CRISTINA ALONSO
MADRID (España). Acaba de empezar y ha iniciado su andadura con paso firme. El triunfo de Ambel Posada el pasado sábado, en la plaza de Olivenza, donde debutó con caballos, le ha creado aval al joven pacense para que comiencen a cerrarse esperanzas en torno a él. «Sé que la competencia es fuerte entre los novilleros y el año que viene además se sumarán más nombres; pero a mí eso no me preocupa. Lo único que me interesa es estar preparado y aprovechar las ocasiones como la del sábado para triunfar».
Dicen que ese día armó un lío en la plaza al novillo de Píriz que cerró plaza . «El primero me ayudó, pero el segundo fue un novillo precioso que embistió muy bien con el capote y que se vino arriba en el único puyazo que recibió. En la muleta fue pronto, muy bueno y con mucho recorrido, no se podía dejar pasar a un animal así». Desde luego buenos maestros tiene, el joven matador de novillos. Nieto de Juan Posada y sobrino de Antonio Posada, el diestro se define como un torero que se siente y que disfruta toreando. «Es uno de los consejos que me ha dado mi abuelo: que ante todo disfrute delante de la cara del toro».
Pero al abuelo le costó entrar en la muleta cuando conoció que el nieto quería torear . «Al principio comentó que no quería saber nada del tema, pero ahora sí que me ayuda. Me llama todos los días, me pregunta y hace todo lo que está en su mano para echarme una mano». La familia se ha volcado con Santiago quien tiene a su tío Antonio haciendo las veces de apoderado. «Es el que viene conmigo, el que me acompaña a todos los sitios. Es un buen maestro».
Ambel Posadaha pasado tres años en la escuela taurina de Badajoz, a la que le costó llegar, después de arrastrar un deseo afirmativo pero sin acabar de decidirse . «Siempre he dicho que quería ser torero, pero no acaba de encontrar ánimo suficiente hasta que me apunté a la escuela, a partir de entonces todo vino rodado», comenta el novillero quien, dejando a un lado la familia, señala a dos toreros como sus espejos: Morante de la Puebla y Enrique Ponce. «De Morante me gusta su toreo con el capote y sus detalles improvisados y de Ponce, su cabeza privilegiada y lo bellísima persona que es». Y así es Ambel Posada, sin pereza a la hora de reconocer las virtudes de sus compañeros y con la ilusión de quien comienza a tejer un camino de esperanza.
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