Ya sucedió con Leo Anselmi. El instigador de los toros en Cataluña. Ahora, llega el momento de Alessandro Zara. De Venezuela. España, como al argentino, recibe a todos con los brazos abiertos. Da lo mismo que haya infringido la ley reiteradamente saltando al ruedo en diversos festejos taurinos como recoge la fotografía que acompaña esta información. Sus doctrinas animalistas, mascotistas, calan en un amplio sector de la población.
Vegetariano, Zara desembarcó en Madrid trabajando en una empresa distribuidora de instrumentos de viento que se lo había traído con taller, socio y todo para prestar servicio técnico a sus clientes. Muy bien instalado cerca de la Plaza Mayor. Mi hostal quedaba frente a su negocio. Para entonces, Alessandro Zara se había convertido entonces en un conocido líder del movimiento animalista, lo saludan por las calles, da conferencias, sale en la prensa, habtual de los mejores restaurantes veganos…
En una entrevista publicada por el medio venezolano ‘Cinco8’, Zara se jacta de saltar al ruedo con mensajes abolicionistas. ‘¿Un asunto sagrado de la cultura española? La ablación del clítoris también era un asunto sagrado en muchas culturas, si los derechos humanos son universales por qué no lo son los derechos de los animales’, compara incomprensiblemente.
‘Un día fui a una manifestación antitaurina, llegaba desde Goya hasta la mismísima explanada delante de Las Ventas. Por un par de horas gritamos consignas y cuando iba a terminar la corrida, la manifestación se desconvocó, pues no queríamos coincidir con los aficionados. Tenía que esperar a unos amigos y quedé rezagado. De repente la policía cargó contra los que quedábamos con una violencia increíble. Hicimos la denuncia y empecé a sufrir la impunidad con el mundo de la Tauromaquia. En la primera vista del juicio condenaron a uno de los golpeados a indemnizar a la policía. Esto, que funciona a muchos niveles, me indignó. Los medios dedican grandes espacios a la Tauromaquia y muy pocos a quienes la condenan’, recuerda sobre su primer contacto con el activismo antitaurino.
‘No niego que la Tauromaquia sea y tenga arte, la conozco lo suficiente, pero eso no justifica que se haga sufrir a un animal. Tengo amigos y conocidos taurinos. Probablemente han ido a menos corridas que yo, que me he dedicado a documentarlas. Suelen tener una imagen idealizada. Han visto más corridas por televisión que en vivo’, crítica sin ningún tipo de pudor asociando, después, el gusto por los toros con una escasa formación.
‘En todos los países del mundo hay prácticas crueles hacia los animales, peleas de perros, gallos o carneros, trampas en la caza, carreras brutales, rodeos, explotación desenfrenada, la gran diferencia es que en la mayoría de los países son prácticas de la población marginal, clandestinas, ilegales o cuestionadas, mientras que en España y los demás países taurinos estas prácticas están amparadas por la ley y son patrocinadas y subvencionadas’, termina eludiendo al tan traído y falso argumento de las subvenciones.