Eran los inicios de Victorino, cuando el de Galapagarestaba tieso, como lo estaba El Nono, un ex-asiduo de las capeas que llegó a ser Andrés Vázquez. Estamos en el año 1970 en Las Ventas. Victorinocomenzará a ser el ídolo de la afición de Madrid con sus «saltillos», toros de embestida muy humillada, que se reponían con facilidad sobre las manos, duros de patas y, entonces, casi siempre «alimañas». Un toro que da espectáculo y que no defraudó a la afición, como tampoco defraudó la hombría del torero zamorano, capaz de bajar y correr la mano al natural y de ceñirse con él tal y como muestra el muletazo con la derecha. Una tarde inolvidable para los aficionados de Las Ventas.
Carlos Ruiz Villasuso