MORANTE HACE SOÑAR Y DÁVILA LO BORDA
Fue en el sexto de la tarde, pronto comenzó con muletazos por alto de auténtico cartel, con un trincherazo en el que se fundieron toro y torero creando una pieza llena de armonía. Hasta entonces la tarde había sido desigual, con una extraordinaria faena de Dávila Miura, que cuajó de principio a fin a un gran toro, pero lo de Morante quizás quede en el recuerdo y grabado en la retina de los aficionados por la belleza que imprimió en todos los muletazos. El diestro hizo soñar el toreo con muletazos ralentizados y a cámara lenta surgidos de la inspiración de un gran artista. Toreo de cante grande con cambios de mano y molinetes lentos de pinturería y salero. Cuando Morante se disponía a matar la plaza era un clamor y tras la estocada el público pidió con muchísima fuerza los máximos trofeos.
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