ISRAEL VICENTE
MUNDOTORO (Madrid). Un informe presentado recientemente en el Congreso Mundial de Veterinarios Taurinos, celebrado en Arles (Francia), demostró que el 20 por ciento de los toros analizados por un equipo de veterinarios durante 1998 y 1999 dieron positivo en un fármaco llamado fenilbutazona. El trabajo, encargado por la Junta de Castilla y León, pretendía analizar el estado de la carne de los toros de lidia y para ello se contactó con tres veterinarios y una química de la Universidad de Salamanca y de la Estación Tecnológica de la Carne de Castilla y León. Mundotoro ha investigado dos interrogantes respecto al fármaco: su supuesta repercusión en el comportamiento del toro y, lo más importante, los posibles perjuicios que ocasionaría el consumo de esta carne en las personas.
Aunque existen intereses continuados en el tiempo para considerar la droga, en su aspecto de alteración del comportamiento del toro, ni siquiera este informe presentado en Arles es capaz de demostrar que las reses de lidia puedan alterar sus embestidas a través de cualquier tipo de droga y, mucho menos, a través de la fenilbutazona. Ningún técnico o científico encuestado por mundotoro, incluidos los firmantes del trabajo, pueden hacer una afirmación en sentido absoluto. Es más, la mayoría de los entrevistados considera que la fenilbutazona es un fármaco más para el tratamiento de dolencias físicas específicas. Más preocupante es su vertiente sanitaria, referida al consumo, de carne tratada con éste o con cualquier otro fármaco. Parece claro, y así se indica en Sanidad al prohibir administrar la fenilbutazona a un animal 30 días antes de ser sacrificado, que podría tener repercusiones negativas al ser consumida. Pero estas repercusiones serían solo en aquellas personas que fueran alérgicas a cualquier tipo de antiinflamatorios. O sea, bastaría con leer un prospecto de una medicina para no consumirla. Lo que sucede es que un filete no lleva prospecto.
Hablan los autores
El informe detalla que se analizaron 74 toros en 1998 y 83 en 1999, en plazas de Salamanca. La mayoría, reses lidiadas en las ferias de cada año de esa ciudad y el resto, en plazas de la provincia. María Inmaculada González Martín, una de las integrantes del equipo, explica que «los análisis los hicimos en la provincia de Salamanca, en temporada, cogiendo muestras de todas las corridas que se celebraron en la Feria de Salamanca de 1998 y 1999, además de otras corridas celebradas en pueblos. Teníamos permiso para hacerlo».Así lo hicieron y comprobaron que en 17 toros en 1998 y 18 en 1999 se detectaron restos del medicamento en las carnes de los animales .
«Eso puede ser lo realmente importante», explica el veterinario José Luis Diz, «que aparezcan restos de ese medicamento en la carne destinada para el consumo humano y no lo que se ha dicho, que puede afectar al comportamiento del toro y demás. El medicamento no afecta para nada al comportamiento del toro, es absurdo. Pero sí necesita un período de carencia, es decir, se necesita cierto tiempo para que la medicina se asimile por el organismo del animal. En este caso, está claro que no se ha dejado transcurrir ese tiempo». La carne de esos toros analizados, como es lógico, se vendió y se consumió. La Junta de Castilla y León, responsable última del trabajo, no se ha querido pronunciar al respecto. Tras varias llamadas y un fax, no hay respuesta oficial. Los veterinarios y la químico que lo realizaron, nos remiten a la Junta: ellos sólo cumplieron con el trabajo. Así lo afirma Manuel Castro, veterinario de la Junta de Castilla y León y coautor del trabajo: «Nos encargaron un estudio sobre la carne del toro de lidia y ahí están los resultados. Hemos detectado la sustancia, no sé si es nociva o no y ahora es la Junta la que tiene el informe y la que tomará cartas en el asunto».
La fenilbutazona
Exactamente, la fenilbutazona es un «antiinflamatorio no esteroide que fue introducido en 1949 para el tratamiento de la artritis reumatoidea», según explica Javier Cañón, del Departamento de Producción Animal de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid. Se utiliza para paliar el dolor del animal si ha sufrido un golpe en el transporte, por ejemplo, como explica Joaquín Guerra, profesor titular del mismo departamento: «Permite que el toro no sienta el dolor en una zona dañada. Se le administra el antiinflamatorio y el animal deja de sentir el dolor. Por lo tanto, si tiene una pequeña cojera está claro que con este fármaco puede dejar de cojear, al no sentir el dolor».
Queda claro, por lo tanto, que la fenilbutazona es un fármaco usado en algunas ganaderías. «Pero ya no se suele utilizar» -explica José Luis Diz– «porque el toro tarda mucho en asimilarlo». Javier Cañón coincide con su colega, «ya que tarda de 50 a 65 horas en absorberse. Además, tiene una elevada toxicidad, por lo que sólo se aconseja su utilización cuando se haya demostrado la ineficacia de otros medicamentos».
Esa toxicidad de la que habla Javier Cañón no se refiere exactamente al consumo humano. Al contrario, el antiinflamatorio se utiliza también en los humanos. Pero sí puede existir el problema «cuando un alérgico a la fenilbutazona se come un filete de toro. No es que le vaya a pasar nada serio, pero sí puede tener unos efectos, ya que hablamos de un alérgico y hay que tener mucho cuidado con los medicamentos», explica Inmaculada González Martín, coautora del informe. «Cualquier tipo de antiinflamatorios en carne de consumo necesitan un tiempo de espera. Se le puede dar a un animal siempre y cuando se le dé un tiempo de espera, para que el animal metabolice. No es lo mismo en cantidades pequeñas que en cantidades grandes. Tenemos publicados los márgenes de concentración que hemos encontrado. Creo que éste es un punto de vista que hasta ahora nadie se ha preocupado; es decir, el aspecto sanitario de los animales que se consumen. Este tipo de animales se está consumiendo, aparentemente sin mucho control».
Respecto al comportamiento del animal al que se le haya inyectado fenilbutazona , José Luis Dizasegura que «no altera en absoluto el comportamiento. Se ha escrito que es para que se atonte y yo creo que es precisamente la revés. Se le administra a un toro que cojea para que no sienta el dolor, nada más».De forma parecida opina Fernando David Fuente,veterinario taurino de la Comunidad de Madrid, para quien «depende de la cantidad administrada, aunque los efectos están claros que son reducir el dolor del animal, no atontarlo». Javier Cañónaporta un dato interesante: «La administración continuada de fenilbutazona sí ejerce una ligera acción sedante sobre el sistema nervioso central y, a dosis altas, se constituyen en estimulantes».Sólo esta última palabra -estimulante- echaría por tierra la teoría de la droga en cuanto a sedante, algo que queda demostrado en este trabajo. La verdadera importancia del informe estriba en que la carne de esos toros analizados contenía un medicamento peligroso para que la coma un alérgico a los antiinflamatorios. Y es ahora cuando la Administración-la Junta de Castilla y León-debe pronunciarse.