ELENA PALOS/JOSECHU GUILLAMÓN
MADRID (España). Mientras los diferentes estamentos taurinos y la Administración meditan sobre las medidas que deberán tomarse para evitar que se generalice entre el ganado vacuno la Encefalopatía Espongiforme, la temporada española comienza a dar sus primeros pasos. De momento, la mayoría de las reses lidiadas en los espectáculos taurinos que se han celebrado en Málaga, la Comunidad de Madrid o la provincia de Sevilla entre otros, han sido enviadas a diferentes incineradoras. Pero el famoso mal de las ‘vacas locas’ no sólo afecta a la celebración de espectáculos sino que también tiene sus repercusiones en el campo.
No todos los astados que se crían en una ganadería terminan por ser lidiadas en el ruedo o, en el caso de las vacas, son seleccionadas para ser madres. Hay un buen número de reses que, una vez desechadas en los tentaderos, son enviadas a los mataderos para convertirse en carne de uso alimentario.
A la espera de la respuesta oficial, prevista para el día 31 de enero, los ganaderos siguen trabajando en las dehesas y algunos de ellos han tenido que decidir ya qué se hace con estas vacas. En algunos casos, con las cautelas necesarias para salvaguardar la salud de los consumidores, se sigue el proceso habitual, tal y como señala Victorino Martín García: » En mi caso, ayer mismo maté diez vacas que, como yo tiento de utreras, superan la edad estipulada por ley para que se necesite realizar los análisis que determinen si están o no enfermas. Todas ellas han sido enviadas al matadero, donde se les ha realizado el test Prionics, y una vez descartado cualquier síntoma de enfermedad, pasarán a la cadena alimentaria».
Otro de los destinos que se suele dar a estas reses es el de los festejos populares, encierros y capeas, donde se suelen correr también las vacas desechadas por el ganadero y, en este caso, serían incineradas después del espectáculo. Ésta es la solución que piensan adoptar algunos ganaderos, tal y como señala Adolfo Martín, aunque » todavía no he matado ninguna res este año pero, si no son enviadas al matadero, se lidiarán en los encierros y festejos populares de la Comunidad de Madrid«. Más indeciso se muestra Moisés Fraile, propietario de la ganadería de El Pilar, al manifestar que » no tengo ni idea de lo que vamos a hacer con esas vacas. Lo único que se me ocurre es, como se ha hecho otras veces, destinarlas a correrlas por las calles«.
Esperando la respuesta oficial
Tampoco faltan aquellos que prefieren esperar a que se pronuncie la Administración, como Victoriano del Río, quien asegura que » de momento no queremos hacer nada. Estamos esperando a que salga la normativa que se ha anunciado, que seguramente estará lista dentro de los próximos quince días. Entonces comenzaremos a matar las reses que no se quieran mantener en la ganadería, siguiendo las directrices que nos marquen«.
A algunos ganaderos todavía no les ha llegado el momento de plantearse el destino de las reses desechadas, tal y como señala Antonio Bañuelos ya que » aquí en Burgos no hemos empezado todavía a tentar. Es una zona más tardía en cuestiones de reproducción y por eso estas tareas se realizan un poco más tarde que en el resto de ganaderías españolas. De momento están apartadas y no sabemos lo que pasará«. En cuanto a las opciones que se plantea, » tenemos dos soluciones. Ponerlas en un cercado con un semental manso o llamar a la Delegación de Agricultura de la Comunidad Autónoma para ver qué se puede hacer, porque de momento, en lo que respecta al campo, no se ha indicado nada«. Sin embargo, lo que tiene claro es que, a día de hoy, sus reses serían «incineradas porque es un riesgo realizar el test Prionics ya que, si una res diera positivo, sería un gran problema para la ganadería e incluso para los encastes vinculados a esa divisa«.