REDACCIÓN
MADRID (España). Dieciocho años después de que la muerte se cruzara en el camino de Paquirri, en la plaza de Pozoblanco, su primogénito y único hijo que decidió seguir sus pasos, Francisco Rivera Ordóñez, ha vuelto a la escena. Cita emotiva en la que para tal ocasión, el diestro rehuyó lo que podrían ser los malos agüeros, se saltó la superstición y decidió estoquear una corrida de Sayalero y Bandrés, la misma ganadería a la que pertenecía, Avispado, toro que acabó con la vida de su padre. El madrileño venció la abusión, puede que también el miedo, y aunque no salió en hombros como sus compañeros de cartel, El Cordobés y José Luis Moreno, – sólo cortó una oreja- , quizás se pueda decir que ganó la partida.
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