Jesulín de Ubrique era, a priori, el gran protagonista de la tarde. Volvía por un día para inaugurar la plaza de su pueblo, pero por aquello de que es el toro el que pone a cada uno en su sitio, el protagonista a posteriori fue su hermano Víctor. Todo quedó en casa: la mayoría fue a ver a Jesulín y se encontró con su hermano. Pasa en las mejores familias…
Que Jesulín vuelva a los ruedos después de esta prueba de fuego sólo depende de él. Pero lamentable es que no se pueda decir lo mismo de su hermano: no sólo de él depende que se le abran las puertas de las ferias. Y precisamente torero de ferias es lo que pareció Víctor Janeiro hoy pese a llevar sólo dos corridas este año. Demostró que sabe hacer el toreo y que tiene capacidad. Hizo el toreo en su primero. Faena de calidad para un toro de calidad que fue a más, perfectamente templado y llevado por la muleta del más joven de los Janeiro toreros. Hubo naturales que duraron media hora y una forma de estar impropia. Víctor se apuntó la faena de la tarde en ese toro y puso el sello de importante a su actuación en el sexto, un toro encastado y temperamental con el que estuvo firme y solvente.
La actuación de Jesulín fue de más a menos, aunque los trofeos conseguidos –oreja del segundo y dos orejas del quinto– indiquen lo contrario. Bien, centrado y en su línea, en el primero, un toro noble y colaborador que se vino a menos. Ahí Jesulínestuvo sobrado y pareció que no había pasado más de un año fuera de la plaza. Lo raro fue verlo tan tenso y a veces destemplado en el quinto. No acabó Jesulínde cuajar a un gran toro, y animales así y circunstancias como éstas son las que dan el tono de los toreros.
Por último, Cepeda demostró su gran clase en algunos muletazos que se dejó dar su primero. Eso y el capote en el cuarto fueron lo mejor de su actuación ante el peor lote.