POR ALBERTO LOPERA.
CALI (Colombia). – La única plaza del mundo que celebra corrida de toros el último día del año, es la de Cañaveralejo en ésta ciudad colombiana.
Con magnífico tiempo primaveral y casi tres cuartos del aforo en los tendidos para asistir a la llamada “ corrida del toro” con ejemplares de la ganadería Ambaló con encaste Juan Pedro Domecq.
Cuando rodó el quinto toro – al filo de las seis de la tarde – inmediatamente se escuchó en el callejón de la plaza el burbujeante sonido de la champaña que producían lal destapar las botellas los mozos de espada de los matadores españoles que en “su salsa” recibieron el nuevo año. Todos – toreros, subalternos y apoderados – se confundieron en abrazos mientras comieron las uvas vestidos de toreros. Es el tributo – hermoso por cierto – que deben pagar los toreros que vienen por estas fechas a las plazas de América.
La corrida de Ambaló fue bonita, bien presentada y con aceptable juego. Desarrolló bondad y permitió el lucimiento de los toreros.
Víctor Puerto con el primero de la tarde – un toro que dio dos vueltas de campana mientras le toreaban de capa – bordó una faena muy artística, y con gracia. Sus muletazos tuvieron lentitud, mató de gran estocada escuchando petición de oreja que inexplicablemente negó el presidente, siendo obligado por el público a dar la vuelta al ruedo.
Lamentablemente el segundo para El Califa – un toro castaño – se fue a tablas desde el comienzo de la faena y el de Játiva se limitó a matarlo de tres cuartos de espada, escuchando algunas palmas al final.
Gran faena de Paco Perlaza a un gran toro de bandera, con prontitud y nobleza en las embestidas. La faena fue completa desde el comienzo, pero cuando las orejas estaban ya en el bolsillo, la espada se las quitó. Sin embargo fue premiado con la vuelta al ruedo.
Sigue la racha triunfal de Sebastián Castella en Cali. Volvió a enloquecer a los aficionados con su forma de de entregarse y hacer el buen toreo. El toro que saltó al callejón propinando varios sustos a los que allí se encuentran llegó con buen son a la muleta del francés que se pegó un arrimón de miedo. Metido dentro de los pitones armó un alboroto, que remató de pinchazo y estocada completa. Paseó la oreja en medio de una lluvia de sombreros y claveles.
Porfió Guerrita Chico con el quinto, un toro que se quedó un poco y se fue de la muleta cuando quiso torearlo en redondo. Además el aire le incomodó bastante al final, menos mal que logró matarlo rápido y escuchar palmas de la afición.
Una vez se comieron las uvas y se abrazaron los toreros españoles – a las seis de la tarde hora colombiana – doce de la noche en España, salió un gran toro como regalo de año nuevo a Serafín Marín quien le bordó el toreo hondo y con clase en redondo, con pases variados y dejando claro su visado de gran torero. Remató de soberbia estocada cortando las dos orejas del noble pupilo de los herederos de Pepe Estela, y que le valió abrir por vez primera la Puerta del Señor de los Cristales.