Que la vida privada de dos personas sea contenido vital de los grandes medios de comunicación, da que pensar. Que ese contenido vital, además, sea un sumando de rumores, inventivas, suposiciones, mentiras y especulaciones de terceros, da que pensar más. Que esto se haga día a día, con la insistencia propia de las informaciones de interés general de gran calado, da que pensar. Y cada pensar concluye que estos medios y esta sociedad retroalimentan una insaciable hipocresía dentro de un país auto denominado como progresista.
Medios de comunicación que dicen alentar, animar, apoyar y difundir las libertades, insisten en hacer negocio (porque es un negocio) con la vida privada de las personas. Es el caso de Enrique Ponce y Ana Soria, cuya relación, una más entre millones de relaciones.Tiene el interés del morbo mental que sólo cabe en las mentes inacabadas. Sólo una mente inacabada, maltrecha o deforme es capaz de dedicar tiempo de su vida a olisquear en la vida privada de otro ser humano. Y si alguien me habla de periodismo, puedo mandarle a tomar por donde la espalda pierde su casto nombre.
Medios de comunicación que dicen alentar, animar, apoyar y difundir las libertades, insisten en hacer negocio (porque es un negocio) con la vida privada de las personas.
¿Periodismo? No ha habido un sólo contenido sobre este asunto que haya sido certificado, asentido, consentido, refrendado o deseado por las “fuentes”, que son y sólo son Ponce y Ana Soria. Fuera de ellos, la especulación. Que es lo que da dinero. Nada como como alimentar el morbo humano, hacer de España una gigantesco patio de vecinos de murmuraciones para lograr un paraíso de anunciantes, de ingresos, con los que ganarse la vida ricamente. Un parasitismo de vampiros de gentes que, en nombre del periodismo, viven de la caza. El último disparo de esta cacería ha sido ruin. Y peligroso. Una discusión entre los dos. Cuidado, el próximo disparo puede ser acusar a Ponce de maltratador. Y este país lapida la presunción de inocencia con ligereza.
La caza humana, la caza de la vida privada de las personas. Todos esos programas del presentador más y mejor pagado de la Tele de más audiencia (Tele5), Jorge Javier Vázquez, viven de escandalizar. De fabricar escándalos en lo que es natural al ser humano. No deja de ser curioso al menos, observar que estos tipos y tipas que no hablan (gritan o chillan) tan apegados a libertad sexual, a la negación de cualquier sectarismo por razón que fuera, tan progresistas en sus declaraciones, vivan de la caza humana. Harán lo que sea para prohibir la del animal, pero la caza humana les da mucho dinero.
Hace tiempo que no dudo del hedor moral y profesional de cierta gente y medios. En mi vida profesional he tenido acceso a informaciones sobre vidas privadas que se habrían pagado bien. Pero el olor de ese dinero deja el rastro que deja la barbarie. Si. Es tele basura. Pero una basura suya moral supura un pus que sale de unos contenidos que hacen a este país más inculto, más ignorante, con menos educación colectiva, pero, a la vez, más machista, más sectario, más intolerante.
Todos esos programas del presentador más y mejor pagado de la Tele de más audiencia (Tele5), Jorge Javier Vázquez, viven de escandalizar.
No deja de ser curioso, al menos, cómo estos y éstas malos basureros, se ponen estupendos al contrariarse con ese acoso que sufren, por ejemplo, Iglesias y Montero. El acoso brutal al que han están sometiendo a Ponce y Soria, sin embargo, les pone cachondos. La vida privada de Iglesias, vicepresidente de un Gobierno, y el caso Dina Bouselham, que hiede a macho alfa, no tocarla, no se va a enfadar el amo del CNI y husmee en mi vida privada, Si, la de estos y éstas de la basura. Y en é vida privada hay lo que hay. Desde que se inventó cierto “periodismo” de vigilancia y fragmentación de lo grabado, hasta Santa Teresa podría pasar por puta.
Este es el país que hay y estos son los medios que hay, ergo, esta es la progresía que hay y la fidelidad educativa a la igualdad que tenemos. Pura hipocresía. Aquí sólo hay negocio. Que pasa por revelar que Ponce se coloca “sus partes”, acto que hacemos, de cuando en vez, cuando nuestras partes molestan dentro lo que vestimos. Que pasa por dividir a las amistades de un matrimonio en trámite de separación, que pasa por hablar de dos menores cada hora (las hijas de Ponce y Cuevas) que pasa por perseguir a una joven de 22 años como si llevara en su bolso la vacuna de la Covid19, que pasa por pagar a gentes para que hablen, mal por supuesto, porque hablar bien no da dinero.
He visto en este mi otro mundo, el de los toros, una vez más, el respeto, la naturalidad, la aceptación que no veo fuera de él. Nosotros los bárbaros, las fachas, los asesinos, debemos tener una falla en nuestro ADN carnicero y retrógrado, porque respetamos de forma impecable que uno vaya, vuelva, se de la vuelta, se convierta, se toque o lo que sea que haga con quien sea. Y no me vale al argumento de que Ponce es personaje público, o que ellos mismo suben fotos a redes sociales.
No deja de ser curioso cómo estos y éstas malos basureros se ponen estupendos al contrariarse con ese acoso que sufren, por ejemplo, Iglesias y Montero. El acoso brutal al que han están sometiendo a Ponce y Soria, sin embargo, les pone cachondos.
Un personaje público queda amparado por las mismas leyes y el mismo sentido de la tolerancia y respeto. Y subir fotos a Instagram es potestad libre de quien sea a la hora que sea. Por tanto, esta cacería humana indeseable y de bárbaros, retrata a quien la hace, la promueve, la anima y, también, a una gran parte de un país de porteras, anclado en la neo envidia de siempre, en sus prejuicios ancestrales con los que se acercan al escaparate donde le presentan la natural vida privada de dos personas en formato de escándalo.
Da que pensar. Que se pueda vender como escándalo los sentimientos que haya entre dos personas. Ya no sé si este es un país a la medida de la prensa basura o al revés. Pero el periodismo no reacciona, al revés. Acciona. Y el país anda debatiendo si prohibir la caza del conejo nos hace mas progresistas.