Conocidos son por todos los buenos productos alimentarios de la huerta murciana. Tomates, melocotones… y, sobre todo, limones. No recuerdo ahora mismo quién fue el que dijo que para ser torero había que nacer de Despeñaperros para abajo y que de Aragón sólo podían salvarse los melocotones. No voy a entrar a discutir ese tema, entre otras cosas, porque hoy había un aragonés en el cartel (y la tierra tira mucho, para que lo vamos a negar), y porque ya hubo quien se encargó de demostrar lo erróneo de esta afirmación. Y además lo hizo en esta misma plaza (hablo de don Nicanor Villalta). Lo que sí me gustaría analizar el efecto que el consumo de limones puede tener en el ganado bravo.
Los novillos de hoy venían de Murcia y han dejado en los novilleros el mismo sabor que puede dejar un limón, ácido. No es que les hayan puesto en apuros, ya que si alguna virtud tuvieron fue la nobleza, pero ésta, sin fuerza, pierde notablemente su valor. Así, fue un querer pero no poder, con la consiguiente impotencia de los diestros. Algunos estudios científicos han demostrado que la ingestión abundante de limones, con sus componentes cítricos, debilita el organismo, haciendo descender notablemente el número de glóbulos blancos. Puede que este sea el motivo de la escasez de fuerzas de los cuatro primeros astados del hierro murciano lidiados hoy, llegando hasta le total inmovilidad del tercero. Del conjunto se salvó el sexto, una res que manseó en los primeros tercios pero que después colaboró en la muleta.
No tengo ni idea de si en Badajoz, donde pastan las reses de don José Vázquez, hay almendros, pero el sobrero de hoy fue una auténtica almendra amarga. Manso, puso la cara por las nubes en el tercio de varas, descabalgando al picador, y llegó a la muleta incierto, probón y con peligro.
Comentado el capítulo ganadero, hay que decir que las mayores ovaciones de la tarde fueron para un hombre de plata, esta vez de azabache, Tomás Pallín, que paró y bregó de forma excepcional al sexto de la tarde, un manso que había sembrado el desorden en el ruedo. Este ejemplar fue el que más posibilidades de lucimiento ofreció en la muleta y con él no se terminó de acoplar Abraham Barragán, que antes había tenido delante al inmóvil tercero.
Pero antes de esto ocurrieron otras cosas. Gregorio Alcañiz no lució ni con capote ni con banderillas en el que abrió plaza, pero con la muleta estuvo firme y asentado, aunque sin conseguir templar lo suficiente la sosa embestida del animal. El trasteo fue largo, pero la condición del toro no transmitía ningún tipo de emoción a los tendidos. Al cuarto, mansito y sin fijeza, le ejecutó un ceñido quite por chicuelinas y lo banderilleó, ahora sí, con exposición y brillantez. Toreó siempre con la mano baja, acortando cada vez más las distancias hasta que la faena viró a un tono casi tremendista. Parecía que el madrileño buscaba la voltereta y a punto estuvo de encontrarla. A ambos los mató pronto, saliendo trompicado.
Paulita (en la imagen) tuvo delante al noble pero flojo segundo, el más cuajado del encierro, al que ejecutó un esperanzador inicio de faena en el tercio, con profundos doblados por bajo y un excelente pase de pecho. Aguantó el novillo fuese a la muleta casi andando, parándose en algunos momentos, tocándole en el momento preciso y dándole aire entre tanda y tanda. Los mejores momentos llegaron con la derecha y en los pases de pecho, ya que por el pitón izquierdo la res tenía tendencia a acostarse. El novillo se fue apagando y con él la faena. Mató bien pero erró repetidamente con el descabello.
El quinto, que salió algo despistado, pareció tener buenas condiciones, pero dos puyazos en mal sitio hicieron que se derrumbase en varias ocasiones y fuera devuelto a los corrales. En su lugar salió un ejemplar de José Vázquez cuyas hechuras no hacían presagiar nada bueno, como finalmente sucedió. Manso de salida, llegó tardo, probón y con sentido a la muleta, a la que embistió dando cabezazos. Lo mejor que puedo hacer el aragonés, que fue lo que hizo, es ir por la espada. No merece la pena que un ejemplar de estas características le mande a uno para la enfermería.
FOTOGRAFÍA: DAVID COLADO