

ALBERTO LOPERA
BOGOTÁ (Colombia).Una tarde histórica puso el cerrojo a la temporada colombiana 2009-2010, gracias a la maestría y entrega de tres toreros, los tres vestidos de tabaco y oro, y por supuesto a la noble calidad de los toros de Las Ventas del Espíritu Santo.La historia se encargará de guardar en los anales de la fiesta taurina colombiana, la tarde del domingo 21 de enero del 2010 como una de las de mayor grandeza, en donde catorce mil aficionados que llenaron totalmente los tendidos, vibraron con emoción las hechuras de dos toreros grandes de España: José Tomás y José Mari Manzanares. Cada uno dentro de su personalidad, mayestática una y de infinita dulzura la otra.
Un total de seis orejas se cortaron, que si no hay fallos con la espada en los dos primeros toros, hubiesen sido nueve, pues les quitó una oreja a Pepe Manrique y dos a José Tomás.
Muy digno estuvo el colombiano como cabeza de cartel y director de lidia, especialmente en el cuarto, un toro que humilló pero pedía el carnet. Las series en redondo mostraron temple y buen gusto. Lo mejor, el final, la forma como preparó la suerte suprema hasta dejar una estocada antológica, entrando despacio y centímetro a centímetro vaciando el acero en toda la cruz. Duró el toro seis segundos en doblar sin usar la puntilla. Merecidísima la oreja y la triunfal vuelta al redondel.
Dos cátedras de técnica torera dictó José Tomás en la Santamaría. Que por eso cobra lo que cobra, y la afición se le rinde sin condición. Sus faenas fueron de total entrega y de un completo conocimiento en el manejo de las distancias. Qué hondura serena maneja ante los toros, y como hilvana sin afanes las faenas, especialmente cuando borda el natural. Actuación arrolladora, enigmática, emocionante, de cuatro orejas aunque la espada le haya quitado las dos del primero. Salida a hombros de la plaza en unión de Manzanares. Viva el toreo! Y vivan los toreros buenos!
Cuando Manzanares terminó su actuación en el sexto, la gente no salía de la emoción. El diestro alicantino ponía el punto final a una gloriosa actuación ante la afición que más le quiere en América. Bordó el toreo en ambos con ortodoxia y donosura, con dulzura almibarada y con temple exquisito. Es verdad que a sus dos toros se les premió con la vuelta al ruedo, y por ello, mientras daba la vuelta recibiendo prendas en medio de una lluvia de flores invitó al ganadero César Rincón para que le acompañara, le entregó su montera y le dijo: “Maestro el triunfo es suyo, salude a la gente como siempre lo ha hecho”. Fueron tres orejas, dos del primero y una al último mientras la plaza entera no paró un solo instante en saborear esa manera dulce del bien torear que le valió la mayor ovación cuando a hombros junto a José Tomás salió de la plaza. Viva el toreo! Y vivan los toreros buenos!
Plaza de Santamaría, lleno absoluto. Última corrida. Toros de Las Ventas, bravos, nobles y dos premiados con la vuelta al ruedo. Pepe Manrique, ovación y una oreja. José Tomás, ovación, aviso y dos orejas. José Mari Manzanares, dos orejas y oreja.
FOTOGRAFÍAS: OLGA HOLGUÍN -TESEOCOMUNICACIÓN