El invisible capote de San Fermín bordado en seda y venturosos milagros socorrió esta tarde a Padilla en Pamplona, y, el diestro, lo cuenta agradecido. Por dos veces el quinto toro de Dolores Aguirre cogió al jerezano. De forma inopinada, en sendos descuidos derivados del exceso de confianza o del menosprecio a un enemigo cuya presencia no era imponente y de tarda actitud ante el engaño. Lo cierto fue que con un intervalo de poco más de un minuto entre cogida y cogida, el toro lo campaneó de forma estremecedora, zarandeándolo como a un muñeco y echándoselo a los lomos desmadejado. Por dos veces también se levantó Padilla. La segunda con el vestido destrozado, y hecho un ‘ecce homo’, dolorido pero resuelto a seguir la lucha. El toro esperaba con la cara entre las manos y pinchó Padilla en el primer intento. La estocada la consiguió de segundas con el complemento certero de un golpe de verduguillo. Más fresco que una lechuga paseó la vuelta al ruedo de reconocimiento popular. Increíble que de tan demoledoras cogidas realmente feas las segundas, saliera ileso. Sin duda, San Fermín que todo lo ve protegió a Padilla.
El accidentado reverso de la actuación del diestro jerezano tuvo un anverso de signo distinto, más vistoso. Al toro que abrió festejo, abanto de salida, le plantó en su corretona irrupción tres faroles de encendida ejecución y, en colaboración con sus conmilitones, cerró un aplaudido tercio de banderillas. Abrió faena acompañando al toro de rodillas hasta los medios con pases en redondo y por alto, lo toreó animoso en series limpias por los dos pitones y orló la parte última de ardientes molinetes destinados a darle al trasteo un grado de entusiasmo que no había cogido antes. Cuando la obra estaba casi terminada pinchó al temperamental toro de Dolores Aguirre.
Aún mejor fue el segundo, fuertemente sacudido en varas. Poco colaborador en el primer tercio se animó en banderillas y ganó por pies al El Fandi revolcándolo. El granadino subsanó el error de cálculo en la carrera de espaldas repitiendo la ejecución y prendiendo espléndidamente los rehiletes. Abrochó el tercio Ferrera con otro al quiebro que le salió niquelao. La faena de muleta del extremeño con el toro venido arriba y alegrada la embestida, presentó variado contenido, con predominio del toreo accesorio sobre el fundamental. Toreó más tiempo en la querencia apetecida por el encastado manso, que en los medios, donde podía haber lucido de otra manera. No obstante el conjunto del trasteo agradó al público y hasta habríanse pagado con orejas, si hubiese matado en su momento. Se entretuvo Ferrera con el descabello y se descuidó pagándolo con un fuerte varetazo en el glúteo izquierdo. Perdió trofeos Ferrera y otra oreja del quinto. Toro manso con el que cuajó un intenso tercio de banderillas y en cuya lidia se esforzó aprovechando las querencias consintiéndole al burel su capricho por los terrenos de los adentros. La afanosa entrega de nuevo quedó desvirtuada por el desacertado manejo de los aceros.
El menos favorecido por el azar a la hora del apartado ha sido el que ha sacado tajada de la corrida. El Fandi en su presentación de matador en Pamplona ha salpicado la lidia de variedad, arrojo y valentía, contrarrestadas ambas por el mal juego de los toros. De poco le sirvió el quite por navarras, un brillante tercio de banderillas y abrir faena al tercer toro con exultante poderío. El cornúpeta de pronto se paró pretificado sin darle opción y de nada sirvió emplearse con denuedo lidiando al sexto. Ni siquiera la alegría de un tercer par de banderillas en la modalidad del violín. El toro huyó despavorido y las pocas veces que prestó atención, respondió con cajas destempladas. No obstante, El Fandi sacó partido de la imagen dada, pues la casa de Misericordia le ofreció la sustitución de Enrique Ponce, que, por supuesto, aceptó.