La décima tercera novillada de la temporada en la Plaza México fue decepcionante. Ante una muy pobre entrada de unos cuatro mil aficionados, se lidiaron novillos de Lebrija de buena presentación y pobre juego. Casi todos los astados cumplieron con el caballo, pero llegaron a la muleta con pocas embestidas, mansurrones y peligrosos.
Ricardo GonzálezEl Arriero fungió como primer espada y al igual que sus alternantes no pudo lucir con el capote. Muy voluntarioso con la muleta en el primero, consiguió varias tandas de ayudados largos y templados con el único novillo que permitió el lucimiento. Mal con la espada, estocada trasera y seis descabellos, escucho palmas cuando saludó en el tercio. Con el cuarto, un toro muy complicado, abrevió en virtud de lo difícil que resultaba confiarse. A este lo mató de tres pinchazos y una estocada, escuchó un aviso y algunas palmas al despedirse.
Víctor Martínez,recibió al segundo con dos largas de rodillas, después encontró muchas dificultades para lucir, el novillo fue peligroso y Víctor estuvo voluntarioso. Mato de un pinchazo y estocada, y se despidió en silencio. Con el quinto alargó demasiado su faena, el novillo fue soso y rajado, y el torero insistió tanto que llegó a desesperar a algunos aficionados que le protestaron al final de su labor.
El sevillano Antonio Saavedra repitió en esta plaza después de triunfar en su presentación, realizó lo único lucido con la capa en el tercero, tres buenas verónicas y media, con la muleta inició con ayudados muy toreros y consiguió aislados derechazos de buena factura. Mató de pinchazo y estocada, por lo que fue ovacionado al saludar en el tercio. La faena al sexto era imposible, aunque Saavedra se empeñó en conseguir el triunfo. Pinchazo, estocada y seis descabellos, un aviso y silencio al despedirse.
Lo dicho, una temporada para olvidar, pocos encierros propicios para el triunfo y novilleros a los que tendremos que esperar otro año: total, pocos jóvenes con posibilidades de llegar a ser figuras del toreo en el corto plazo.