‘El fanatismo hoy es un estilo de vida subvencionado por la sociedad española más inculta de nuestra historia’
‘Hoy, para el español medio en mayoría media, París es eso que queda al lado de Disneyland París’
Imagen de la campaña de Lea Vicens en este San Isidro I MUNDOTORO
MUNDOTORO > Madrid
Thomas Jefferson dijo que todos los fanatismos se ahorcan unos a otros. Eso, antes. Cuando el fanático lo era porque, con la razón en propiedad escriturada, jamás cambiaba de opinión. Ahora, el fanático del neo populismo es más feroz: no sólo no cambiará de opinión, es que no cambiará de tema, y el tema que no varía el fanático de hoy son los toros. Es su mantra recurrente, su razón de decir, su bandera y su revolución involucionada. Por cansancio, uno se hace aparte y el fanático te busca incansable. Preguntas que hora es y la respuesta es toros no, violencia no. El fanatismo hoy es un estilo de vida subvencionado por la sociedad española más inculta de nuestra historia.
Hace días, cuando miré la espalda de Lea Vicens con detalle, tras la obra de Joserra Lozano, me encontré con una de esas alegorías nacidas en el arte del Romanticismo Humanista que dio pie a todos los derechos y libertades que hoy gozamos y que los fanatismos se atribuyen. La Marianne. Femenino mayúsculo singular, símbolo desnudo y valiente que Eugene Delacroix llevó al óleo: ‘La Libertad guiando al pueblo’. Es la República Francesa, nacida en la toma La Bastilla un 14 de julio. Libertad, Igualdad, Fraternidad. La Marianne, Mariana en español, o más atrás, La Venus de Milo o la Victoria de Samotracia. Mujer. Líder. Valor. Derechos Humanos. República. Y en la espalda de Lea Vicens, Tauromaquia.
Son estos detalles del arte que no queremos ver lo que argumenta al toreo y, sin embargo, no lo usamos como argumento. Actrices de ideología libertaria que han marcado, no sólo el cine, sino los derechos y libertades de Francia (en Francia el matriarcado ideológico es un déjá vu genético) como Briguitte Bardot, Catherine Deneuve, Mireille Mathieu, Inés de la Fressange, Laetitia Casta, Evelyne Thomas y Sophie Marceau, han prestado su imagen para bustos de La Marianne. Que Lea Vicens haya elegido el cuadro de Delacroix de La Marianne, tiene una simbología reivindicativa de lo femenino, de la libertad, de la igualdad, de la tolerancia y del arte en el toreo.
Ahora que Jefferson se quedó corto, porque ahora al fanático ya llegó a su Itaca vital: terminar con la Tauromaquia, siento pánico. Porque este país inculto cuyos ciudadanos somos solo terminales de Movistar u otro operador de telefonía, permiten que los nuevos gerentes de la nueva política se apoderen de la palabra libertad y la usen como quien usa lo que ha comprado a tocateja en su súper. Les pertenece sólo a ellos decir que es libertad, que es República, que es feminismo, que es arte, que es humanidad.
No aspiro, ni dentro del sector ni fuera de él, a que sepamos quien fue La Marianne, que también. Ni que fue eso de La Toma de La Bastilla, que también. No pido que se sepa quien fue Delacroix, ni la Venus de Milo. Porque entiendo que son espacios de cultura ya ocupados en saber que ZZ es logotipo de marca de un entrenador del Real Madrid, o que CR7 es el nombre de un dios perseguido por la maldad de la justicia al que Miguel Ángel se le olvidó esculpir en mármol. Todo esto, lo entiendo.
Entiendo que no se conozca el significado de República. Ni en que consistió la Declaración de los Derechos de los Ciudadanos. Es más, no aspiro a que me señalen en un mapa, con el dedo, dónde queda París. Porque soy consciente de que, hoy, para el español medio en mayoría media, París es eso que queda al lado de Disneyland París.
No aspiro a la cultura del otro. Sólo aspiro a no ser denostado por la mía si es que la tengo por parte de los míos. Cuando la cultura del otro nos abandonó, llegó el populismo y, vaya por Dios o por Mahoma, nos encontramos ante la exigencia de El PACMA de que, en esta legislatura nueva (que escenifica una orgía de siglas, sexos, para sexos y para normales en revolcón sin condón) se apruebe la llama Ley Cero. Cero toros, cero caza, cero pesca. Yo no aspiro a que esto inquiete a nadie. Probablemente es hora de sospechar de uno mismo si la espalda de Lea Vicens me recuerda a la Universidad, a la querencia por el saber, al diálogo, al deseo inabarcable de hablar de toros, de pintura, de literatura, de sexo. De arte, en definitiva.
Je n’aspire pas à ce que les autres veuillent prendre dans les bras la culture et moins dans le monde du taureau. Il(elle) me regrette. Parce que si un jour ils(elles) nous défendent les taureaux et nous n’avons pas su percevoir le combat avec le taureau comme art, nous ne pourrons jamais dire qu’ils(elles) nous ont défendu l’art.