EL OTOÑO DE CURRO
André Viard
FRANCIA.A la entrada del pueblo, Curro Vazquez espera puntual. Desde hace ya una semana, vive solo en el monte donde entrena y prepara su despedida. Mucho andar, mucho pensar… De Madrid, ha venido su hermano y mozo de espadas, José, a traerle capotes y muletas. Curro las prueba todas… «Esta sí, aquella no ; a ésta hay que añadirle un doble forro… «Son detalles, pero dicen mucho de la meticulosidad con la cual Curro prepara su última corrida. Coge un palillo, lo mira… «son más de cuarenta años cogiendo los mismos… «. Una vida se acaba, la del torero, pero otra va empezar: la de un artista profundo que deja atrás muchos sueños y quiere dejar constancia, una última vez, de su concepcion del toreo.
CURRO VÁZQUEZ.»Siempre que he tenido una corrida de responsabilidad, y ésta sí que lo es, o al principio de cada temporada, me meto aquí en el campo… me preparo y me centro mucho en la corrida. Y para esta última, quiero estar fuerte y quiero intentar estar bien. Además, aparte de esto, quiero quitarme de muchas emociones que estoy viviendo estos días. Tengo mi forma de estar fuerte. Me gusta estar fuerte y preparado, pero sin hacer estos esfuerzos… gimnasio, pesas… esto no me cae bien. Mi cuerpo no esta formado a eso. Ando bastante y toreo de salón».
ANDRÉ VIARD. Le pueden las ganas. Coge un capote, dibuja un par de lances…
C.V. «Yo me imagino el toro. Pero no sólo el toro. Me imagino en la plaza que estoy… Yo me motivo cuando ya estoy anunciado y sé donde voy a torear. Si no, torear de salón cuesta más… sobre todo a los que llevamos tanto tiempo… Pero sabiendo que día toreo y en que plaza, me hago yo mi película en la cabeza… Me lo imagino todo y toreo como si estuviera en la plaza con el toro delante. El ejercio, los tentaderos o torear de salón, todo tienes que hacerlo como si estuvieras en la plaza, con la misma seriedad y la misma responsabilidad.
A.V.De repente, Curro ha buscado un sitio muy discreto para entrenar. Entre pinos y monte, un cruce de caminos…
C.V. «A mí, torear de salón delante de la gente no me gusta. Me da hasta corte. No me siento yo a gusto. Sin embargo, si estoy solo, sí, porque me hago a la idea de que estoy en la plaza… Desde que era muy jovencillo me ha gustado torear de salón solo. Y siempre procuré hacerlo con ilusión y con gusto. Torear de salón sin ton ni son y sin que tengas tu ganas de torear… es como un trabajo. Y el toreo nunca es un trabajo… es otra cosa. Tienes que torear de salón cuando te apetezca. Tienes que gustarte y querer. Hay días que no tengo ganas de torear de salón. Veo el capote y la muleta y no les hago ni caso. Pero cuando los cojo, los cojo con cariño. Para torear mal o sin ganas, mejor quedarte en casa. El día que hace aire, ¡ni cojo los trastos! El toro malo, ya saldrá. Y si encima hay que imaginarlo de salón, ¡es un desastre!