C.R.V.
MADRID (España).
La noticia sobre la decisión de TVE de no transmitir más corridas de toros este año, matizada por un portavoz de la cadena, pone de manifiesto dos cuestiones que se repiten en el tiempo, sobre todo desde el asunto Barcelona: que ante un problema
la respuesta espontánea de aficionados, medios y público es saludable y rotunda y que los dirigentes del toreo, ocupados en lo suyo, recurren a medidas tópicas, demostrando una incapacidad resolutiva preocupante.
Respecto al affaire «Barcelona», sólo conocemos lo que el público y varios medios o periodistas han iniciado de forma voluntaria, con su esfuerzo. Medidas del sector no se conocen, como no se conoce otra cosa que la burla invernal a personas que dedicaron su tiempo a mostrar soluciones a los problemas que tiene la Fiesta hace mucho tiempo. Respecto a la televisión, se recurre al llanto del perseguido, al lamento del pobre, a la pataleta del perdedor (maniobra política, agravios comparativos, reuniones de otoño, manifiestos de vírgenes deshonradas…) Poco más.
Poco más porque el toreo ha tomado a la tele como solución a un balance de cuentas, como ingreso capaz de solucionar su servilismo político y administrativo: acatar pliegos de condiciones con un metraje de festejos exagerado, sabiendo que va a palmar dinero salvo que la tele deje algo en caja. Es decir, la tele, para muchos malos empresarios, es la cuenta de la vieja, la cuenta de la lechera. Y el cántaro se ha roto. Esta ignominiosa forma de gestionar es el pan nuestro de cada día. Incapaces de crear u originar otro tipo de ingresos y asumiendo lo que un estúpido pliego le exige, algunos empresarios están viviendo en la mentira, en la ocultación, al borde de la quiebra. La suya y la del toreo.
Este tipo de empresarios, cada vez más, los nuevos y los viejos, viven produciendo mucho más de lo que pueden vender y pretenden ganar dinero a costa de reducir costes, cuestión obligada en cualquier empresa, como obligado es generar recursos, generar ingresos. El toreo vive dentro de su incapacidad de establecer vías de ingresos, por eso ha tirado líneas y reduce costes sin reducir espectáculos y eso es imposible. La cuadratura del círculo no existe.
En el asunto televisión, el problema es más una cuestión de la propia imagen del toreo que de la mendicidad de una o dos corridas televisadas. Hasta ahora nadie ha tratado la imagen de la fiesta de forma profesional, la de su difusión y fomento. Y no se ha tratado porque este aspecto, vital para cualquier espectáculo de masas, no emite un cheque para solucionar la ruina de un abono absurdo. Nadie ha sido capaz, ni toreros, ni ganaderos ni empresarios, de llegar a un acuerdo con los informativos de medios públicos y otros, aún a costa de ceder económicamente en sus contratos televisivos.
El toreo ha vuelto a sacar el paraguas de la cultura y la tradición, su discurso sempiterno (no tienen otro) para clamar frente a TVE. Y piden una reunión con Zapatero, admitiendo así, el juego político y administrativo: vamos a pedir al político que nos televise porque somos cultura.Argumento falaz y discutible, frente a otro más profesionalizado y coherente : vamos a exponer nuestras cifras, mostrar nuestra fuerza social y económica para exigir una compensación y un trato justo.Pero, para llegar a este último, hay que currar mucho, sanear el sector, quitarse el yugo de las administraciones y mirar hacia el futuro sin importarnos el balance puntual de una feria.
TVE tiene que transmitir corridas, sustancialmente, porque hay un derecho público y porque hay un sector vivo, un sector social, dentro y fuera de nuestras fronteras, que lo espera con ansia. Es una televisión de todos. De todos, incluso de los que les gusta la NBA (no se trata de quitar a alguien para tener yo, sino de que yo tenga lo justo y equitativo). A partir de ahí, a partir de esos mínimos, faltan los deberes: cifras, datos de aportaciones a las arcas de las administraciones, estudios económicos,…Porque no se trata de llorar o sentirse agraviado, se trata de exigir en función de una aportación social y económica….Todo esto, pasando por un saneamiento del espectáculo y una profesionalización de todos los sectores, incluido el de los medios de comunicación.