Jesuli de Torrecera es el clásico novillero enfibrado y dispuesto, que sale a morder y muerde, y que se convierte en un seguro de triunfo. Cortando orejas todos los días (también en Barcelona y Madrid), salió a por todas en El Puerto y se llevó al público de calle. Su faena al segundo, que se movió mucho aunque casi nunca humillado, tuvo emoción y toreo ligado, mucha técnica (quizá demasiada porque exageró los toques), y vibración. También tuvo algunos enganchones y rapidez, pero imperó lo positivo porque Jesuli de entregó a fondo y concluyó con una fenomenal estocada
El quinto llegó a al tercio de banderillas esperando y con la cara arriba, y así se comporto en el tercio final. Jesuli ganó terreno en un fibroso toreo a la verónica, quitó por lopecinas, pareó con riesgo y se arrimó con la muleta ante tan molesta arrancada. Pinchó porque el novillo no le dejó pasar, y por eso fue cogido dramáticamente en el primer encuentro. A pesar de ello, el chaval volvió a tirarse con verdad y a la tercera cobró la estocada. Jesuli, de esta forma, demostraba que había salido a por todas y que así seguiría hasta el último minuto. Lógicamente, salió por la Puerta Grande.
El de Torrecera salió en novillero, y eso se agradece, y Santiago Manciño salió en torero, que es otra buena noticia. Su primero fue un utrero excelente de Camacho, y Manciño dibujó naturales puros, citando de frente, toreando muy en redondo y poniendo autenticidad y hondura a todo lo que hacía. Encandiló Manciño con la izquierda, en los ayudados finales y en pases de pecho lentos y rematados en la hombrera contraria.
El sexto fue otro buen novillo, y ahora Manciño desgranó un largo y obligado toreo con la derecha, esta vez de menos arte, pero de más poderío porque así lo requería una embestida menos dulce. Su enemigo acusó el esfuerzo y se vino abajo, y también Santiago se embarulló en la segunda parte de la faena. Cortó una oreja, perdió dos más porque no sabe matar, y dejó en el ambiente el deseo de volverlo a ver.
Abrió plaza Juan Pedro Romero, que fue volteado de mala manera por el que abrió plaza. El animal, que era tardo, embestía con más claridad por el pitón izquierdo, aunque Romero se empeñó esforzado y valeroso en basar su faena en el otro lado. El cuarto hizo cosas horribles de salida, frenándose y acostándose mucho por el lado izquierdo. El utrero, con hechuras de toro, mejoró sensiblemente en la muleta pero el muchacho no volvió a pasar de tesonero y afanoso. Muy mal con la espada en ambos, recibió un par de avisos en cada novillo. Poco resultado para tanto esfuerzo.