Espartaco y Litri, reaparición y triunfo en el festival de Sanlúcar

 

MAURICE BERHO

SANLÚCAR DE BARRAMEDA (España).La plaza de Sanlúcar registró un entradón en una tarde primaveral donde brotó el sabor taurino. Palmas por bulerías en los tendidos y aficionados de postín en las barreras. Entre los espectadores, José Tomás.

La veteranía es un grado y así lo demostraron dos locales, Marismeñoy José Luis Parada. El primero lo hizo frente a un complicado astado de Nuñez del Cuvillo, derrochando sabiduría y temple, sobre todo por el lado izquierdo. Parada no se podía dejar ganar la pelea, porque la hubo, y se creció ante las dificultades del de Cuadri, que se lo quiso llevar por delante, al que doblegó con la zurda. Bien de verdad el veterano diestro sanluqueño.

Reaparecía Espartaco y, sin duda alguna, era el aliciente de la tarde. Se trajo un novillo de su ganadería con el que repasó todo su repertorio, aquel que le hizo mandar tantos años en el toreo. De nuevo brilló su inteligencia privilegiada y, sobre todo, su temple. No faltaron los alardes finales y, jaleado por bulerías, se reencontró con el camino del triunfo. Reaparecía también El Litri-a la izquierda-, que demostró que todavía le pueden quedar cosas en el tintero. No se le notó la inactividad y entendió a las mil maravillas a un novillo de su ganadería. Realizó la faena de la tarde, que fue premiada con los máximos trofeos. Malo sin paliativos fue el novillo de Fernández Palacios y nada pudo hacer Padilla, salvo bordarlo con los palos. Se premió su voluntad por agradar al respetable. Demasiado gordo fue el novillo de Gabriel Rojas, que se paró en la muleta de Rivera Ordoñez. El torero sólo pudo lucir en su inicio de faena, toreando de
rodillas.

Feo pero noble ha sido el ejemplar de Jaralta, con poca fuerza, al que sin embargo José Luis Moreno le ejecutó los muletazos más plásticos de la tarde, cerrando así un festival que ha propiciado un buen número de detalles para el recuerdo.