Importancia y verdad en la tarde con los bravos toros de La Quinta, el tercero premiado con la vuelta al ruedo. Clasicismo y gran dimensión de Morenito de Aranda (tres orejas) y Emilio de Justo (una). pic.twitter.com/X2Lqxr75J1
— Toros (@toros) November 7, 2020
El gran toreo de Morenito de Aranda y Emilio de Justo estuvo presente en Estepona con una gran corrida de La Quinta, en la que destacaron dos grandes astados, uno de ellos premiado con la vuelta al ruedo. Tres orejas paseó Morenito de Aranda, que destacó por su poso, gusto y oficio en una gran faena al tercero, con el que se rompió en una exigente faena. Emilio de Justo emborronó la actuación del festejo con el cuarto. Una rotunda labor, consiguiendo incluso parar el tiempo en varios muletazos. Una tarde en la que ambos espadas destacaron con un excelente toreo de capa.
Serio, cuajado y con buenas hechuras fue el tercero, aplaudido de salida. Morenito de Aranda manejó con garbo y justo el capote, tanto en el ramillete de verónicas de salida como en el quite por el mismo palo, destacando también las monumentales medias. Empujó con los riñones el astado al caballo de picar. Gran faena del diestro burgalés con un astado bravo y encastado, con el que Morenito exigió y se rompió, llevando siempre muy larga la embestida por abajo. Dejó una estocada casi entera y paseó las dos orejas. El toro fue premiado con la vuelta al ruedo.
Con gusto lanceó Morenito de Aranda con el capote al primero, un astado de La Quinta noble, pero al que le faltó una mayor humillación, desluciendo el final del muletazo. Morenito de Aranda realizó una pulcra y maciza faena, con pasajes de buen gusto, destacando el toreo al natural. Dejó una estocada al segundo intento y paseó una oreja.
Emilio de Justo cuajó de principio a fin al cuarto, otro astado serio y de preciosas hechuras que hizo una gran pelea en el caballo. El extremeño afianzó en los primeros compases del trasteo la embestida del astado, para luego torear con largura, temple y empaque la gran embestida del ‘santacoloma-buendía’. Clase, ritmo, profundidad y humillación fueron las grandes virtudes del astado, al que Emilio de Justo templó y toreo con un gusto exquisito por ambos pitones, parando en ocasiones el tiempo en dormidos naturales. Emborronó su actuación con el acero. Dio una vuelta al ruedo.
De buenas hechuras fue el segundo, al que Emilio de Justo cuajó un destacado ramillete de verónicas. rematadas de una cadenciosa media. Se arrancó pronto y a una distancia considerable el astado al caballo de picar. Destacaron los primeros compases del extremeño sobre la diestras antes de cambiar de mano. Al natural, el astado venía por dentro. Desarrolló sentido y dicha condición se agravó por los dos pitones. El extemeño se fue a por la estada y dejó una estocada, que le valió para pasear un trofeo.