Fin de fiesta con triunfalismo a tope. El ciclo ferial del Corpus de Granada llegó a su fin con el tradicional festejo de rejones que, una vez más, llenó casi por completo los tendidos de La Monumental. Y es que la afición por el mundo del caballo ha subido muchos enteros en los últimos tiempos. Tres rejoneadores salieron por la Puerta Grande, Fermín Bohórquez, Leonardo Hernández y Martín González Porras, pero el triunfo de cada uno de ellos tuvo un cariz bien distinto. Si incuestionable fue el de Bohórquez, aunque no fuera el de sus mejores tardes, y también justo el de Leonardo Hernández, pese a su irregularidad, no se entiende muy bien el de Martín González Porras, por las razones que ahora trataremos de explicar.
Abrió cartel el veterano Javier Buendía, que se despedía de Granada y que dejó una vez más la impronta de un toreo a la jineta de mucha solera por su carácter campero, sobriedad e innata elegancia. Todo cuanto ejecutó tuvo fundamento y pureza. Clavó muy bien las farpas, pero con las cortas y los rejones de castigo el tono de su labor bajó algo.
Leonardo Hernández cuajó con el segundo de la tarde una faena tan vibrante como desigual, con excesivas pasadas en falso para un torero de su talla. Lo más destacado llegó al ejecutar un par a dos manos y otro al quiebro ciertamente espectacular.
Fermín Bohórquez hizo lo mejor y más redondo de la tarde, tanto en colocación como en los embroques. No fue el jerezano el de sus grandes tardes, pero imprimió calidad a todo cuanto hizo y lidió muy bien a su oponente, que tenía cierta tendencia a buscar las tablas aunque no ofreció mayores dificultades.
Lo de Martín González Porras fue otra historia bien diferente. Y es que colocó mal los rejones de castigo -a punto estuvo de descordar al toro-, puso en permanente riesgo a las cabalgaduras, a las que además violentó, fue derribado en un embroque incomprensible y estuvo en todo momento crispado, queriendo hacer de todo ello un cúmulo de méritos cara a los aficionados. Algo que, por cierto, consiguió. De ahí que le pidieran una oreja de forma mayoritaria.
En lo que a colleras se refiere, destacar la de Buendía-Bohórquez (en la imagen), que sí puso seriedad al arte del rejoneo y dejó ver momentos bellísimos y emotivos, mereciendo mejor premio que la oreja cosechada. En la otra collera, Leonardo Hernández puso la calidad y aportó los momentos más vibrantes de la tarde. En este toro Martín González Porras mejoró sensiblemente con respecto a su actuación en solitario, pero sin renunciar a alardes que no venían a cuento. Muy bueno para este tipo de espectáculos el encierro enviado por la Viuda de Flores Tassara, con cuatro toros excelentes por su nobleza y movilidad. El mayoral de la ganadería compartió vuelta triunfal al ruedo con Buendía y Bohórquez tras la muerte del quinto toro. Un honor sin duda merecido.
FOTOGRAFÍA: AGUSTÍN ARJONA
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