Finito de Córdoba, que ha cortado una oreja a cada uno de los toros de su lote, e Ignacio Garibay, que desorejó al que cerró el festejo, han salido a hombros de la bicentenaria plaza de toros de Acho, finalizada la segunda corrida de toros (cuarto festejo del abono) de la Feria del Señor de los Milagros en Lima. En tarde soleada y con media entrada en los tendidos, se ha lidiado un encierro, de juego y presentación desigual, del hierro mexicano Herederos de Manolo Martínez, destacando por su calidad y pastueña embestida el que hizo sexto y por su mansedumbre el lote de José Tomás.
Finito de Córdoba, muy dispuesto toda la tarde, pechó con un lote de juego similar. Dos toros que nunca se terminaron de entregar pero que obligados embistieron humillando y atendiendo los toques. El que abrió el festejo, probón de salida, protestó en los lances a la verónica con el que su matador lo recibió. En varas cumplió en un buen puyazo de Manuel González y en un segundo puyazo más corto de duración. Finito inició la faena de muleta sacando al toro, que protestó a los medios, con muletazos por alto. Cruzándose mucho y dejando la muleta en la cara de su oponente, cuajó una serie de derechazos que cerró con un largo pase de pecho, arrancando una gran ovación de los tendidos. En la siguiente ligó poniendo firmeza y templanza, para después cambiarse la muleta de mano y, con la misma base de entrega, lograr una buen tanda de naturales. Aunque saliéndose de la suerte, dejó una estocada tendida de la que el toro dobló.
El segundo del lote del cordobés tampoco se empleó en el recibo y casi no sufrió castigo en varas, para después cumplir sin más en banderillas. Llegó a la muleta algo violento, pero Finito comenzó con unos pases de castigo, sometiéndolo y sacándolo a los medios, donde el animal desarrolló una embestida más sosa. Fi nito fue acortando las distancias en el cite, muy cruzado, con mucho temple, destacando un bello trincherazo y una serie con la derecha, tirando mucho del toro que terminó entregado. Después, logró entusiasmar al respetable con una serie de naturales, primero de uno en uno y luego ligados. Poco a poco la faena fue viniéndose abajo, por lo que decidió entrar a matar, dejando una estocada trasera que resultó suficiente para hacer doblar al animal.
Para José Tomás fue el lote más deslucido. Al de Galapagar, sin embargo, pareció no importarle mucho, por lo reconcentrado y decidido como se mostró. Al primero, un manso que dejó ver su condición de inicio, lo lanceó con el compás abierto primero y a pies juntos en los medios después, con una quietud impresionante.
El toro, que cumplió sin más en varas y banderillas, llegó a la muleta rajado. Tomás, desahogándolo, lo condujo a los medios, de los que el toro huyó a las tablas donde, dándole todo el tiempo que el toro requirió para animarse a embestir, que fue mucho, le cuajó tres series por naturales en los que la
quietud, el temple y la suavidad de los muletazos hicieron explotar la plaza. Con el toro desengañado, la faena se trasladó en su parte final a los medios y allí Tomás aún pudo endilgarle dos series más por naturales y una -a pies juntos y a distancia más corta- por derechazos, antes de cerrar por apretadas
manoletinas, con el público totalmente entregado. El toro, andando hacia atrás, pareció rehuir la suerte suprema. Tardó Tomás en cuadrarlo antes de dejar una media, precedida de cinco pinchazos que le privaron de tocar pelo.
El que hizo quinto, probón de salida, parándose y escarbando desde el recibo, marcó la tónica de casi nulo juego. Recibió un buen puyazo y salió doliéndose de banderillas. Tomás sacó a su oponente a los medios y, luego de una serie por derechazos en la que cita en corto, el toro se paró. La insistente paciencia de resultó inútil, porque el toro se negó a embestir y al torero no le quedó más remedio que abreviar. Dejó una estocada caída de efectos inmediatos.
Ignacio Garibay se presentó en Lima con una de cal y una de arena. Con el tercero de la tarde, lanceó en el recibo sin mayor lucimiento, para después quitar en los medios por talaveranas, quieta la planta. Luego de un desordenado tercio de banderillas, inició su faena de muleta con dos pases cambiados por la espalda en intentó infructuosamente acoplarse a la complicada embestida de su oponente, que se quedaba corto y embestía buscando las tablas con la cara a media altura. Al torero mexicano se le notó poco placeado, pero con buenas maneras. Insistió con valor y decisión, sin lograr someterlo y dejó un pinchazo, media caída y tres descabellos.
El que cerró el festejo fue el toro de la corrida. No pareció serlo al inicio, embistiendo con las manos por delante y algo rebrincado a las verónicas de recibo de Garibay. Sin embargo, en varas el toro despertó con bravura y se fue a más, recargando con los riñones en un buen puyazo, para cumplir después en banderillas. Llegó a la muleta de Garibay embistiendo con nobleza, humillando, repetidor y con calidad. Garibay apenas lo sacó de tablas e inició una faena en la que el toro embistió pastueño a la muleta que le presenta el mexicano, en series largas por ambos pitones, con gusto, templanza y ligazón. Hubo incluso series de redondos, en tablas, muletazos citando por la espalda, por uno y otro pitón, que cambiándose la muleta de mano, en los que no se perdió la ligazón ni el temple y que pusieron al público de pie. Dejó una estocada suficiente y el Juez concedió la vuelta al ruedo al noble Hurón.
Manuel González, de la cuadrilla de Finito de Córdoba, y Germán González, de la de José Tomás, lucieron en el primer tercio. Con las banderillas, el peruano Raúl Mendiola, excelente en dos pares, y en la brega, impecable, Luciano Nuñez.
