La penosa presentación de los tres primeros toros de esta tarde, fue consentida por un público que, en pleno espíritu navideño, ha permitido una vez más este tipo de atropellos a lo más elemental que debe existir en una plaza de supuesta categoría. Afortunadamente la cosa mejoró hacia la segunda mitad del festejo, donde pareció iniciar la corrida de toros. Lo anterior no tenía el trapío requerido.
Morante y su arte han cautivado a La México, por lo que el futuro del andaluz en esta plaza parece muy afortunado, al margen de la oreja que ha cortado al quinto de la tarde. Cómo se la ha jugado con un toro manso y peligroso, qué calidad y qué cantidad de momentos inolvidables, como la estocada en la que citó a recibir hasta en seis ocasiones, hasta hundir el acero en todo lo alto. Éste fue el sello a una tarde magnífica y triunfal. Sin embargo, los álgidos pasajes bañados de un arte de quinta esencia fueron bastantes, las verónicas al de la confirmación y la faena de muleta por el lado izquierdo ahí quedaron. Lástima de los fallos con la espada, de lo contrario, hablaríamos de dos toreros a hombros. En fin, que el de Puebla del Río ha estado hoy entre los grandes.
Garibay se ha pegado un arrimón en sus dos toros, pero valdría la pena recordar las verónicas al tercero de la tarde. Con qué arte, temple y lentitud ha toreado con el capote, con qué firmeza y valentía le hemos disfrutado toda la tarde. Quizá, por momentos, las ansias de triunfo y de arrimarse le privan de ese toreo que trazó con la capa. Sin embargo, ahí están las orejas y la salida a hombros para sumar festejos, y así, poco a poco, dar lo mejor de su tauromaquia. El triunfo de hoy le dará ese sosiego necesario para el relajamiento, pero lo mejor es que, por fin, un joven torero mexicano triunfa con categoría.
De Armillita poco que agregar. Quizá lo mejor fue la estocada al segundo de la tarde, lo que para el navideño y dadivoso juez de plaza valió una oreja un tanto benévola. En su segundo la devolvió y el público, al despedirse, le ha pitado.