Gracias, Señor, gracias de verdad. Gracias por haberle dado a mis padres la posibilidad de nacer cuando nací y vivir, por lo tanto, estos años. Sé que puede sonar pedante; sé que alguno se sonrojará al ver semejante peloteo hacia Vos, pero no puedo hacer otra cosa que dar las gracias. Sobre todo después del enfado que me cogí con Vos aquella vez que vi en vídeo a Paco Caminoy maldecí que no me hubieras traído al mundo en esos años. O cuando vi a El Viti, o a Ordóñez… no digamos Manolete… tantos. Y ahora, hoy, me doy cuenta que me has dejado vivir, sentir, gozar de unos años gloriosos en el toreo. Espero que por muchos años, más que nada por mi bien.
Hay que ver qué derroche de alegría. Y es que la tarde pone contento a cualquiera. Lo que no sé es por qué José Tomásme estropeó la fiesta al final. Caray. No quiso salir en hombros, en un feo gesto hacia sus compañeros y hacia el público. Cosas de genios, dirán. Pues vaya con el genio.
Fue realmente impresionante ver esa Monumental casi llena. Ver cómo el público se puso en pie aplaudiendo cuando se rompió el paseíllo, ver cómo demostraban su pasión por José Tomás, ver cómo El Julise quedaba un tanto tapadito -aplaudid, aplaudid-, ver cómo Barcelona se volcaba de nuevo con el genio. La tarde prometía. La cita de Barcelona, la llamamos en mundotoro. Y qué cita.
Y la cita no empezó bien, porque el primero de Zalduendo adoleció demasiado de la falta de fuerzas. Finitosupo darle las pausas necesarias y aprovechar así la noble aunque rebrincadita embestida del animal, sobre todo en algún natural de categoría.
El segundo fue protestado por su pobre presencia. Corretón y sin fijeza en los capotes -un quite por gaoneras de José Tomássin inmutarse fue excelente-, sacó una gran nobleza en el último tercio, aunque su flojedad convirtió en rebrincada lo que se presuponía una clara embestida. José Tomáselaboró una faena pausada, con ritmo, sin obligar al toro y con la suavidad como norma. Su muleta, autentico imán, logró sacar templados muletazos, aunque no terminó de hilvanar la faena. Pero la pasión que levanta hace que todo lo que hace se vea hiperbólicamente y por algo es. Que nadie piense mal: viva la pasión en los toros.
Con esa personalidad, esa majestuosidad, esa pureza, esa verdad ¿cómo no va a levantar pasión y, por lo tanto, cómo no va a recoger los frutos? Las manoletinas finales hicieron que el público volviera a levantarse de su asientos. Dos orejas. Gracias, Señor. Gracias por dejarme ver a José Tomás. Pero El Juli…
La ‘cita de Barcelona’ parecía decidida. Y salió el otro coloso, recibió a su primero rodillas en tierra, llevó al toro al caballo galleando con majeza y banderilleó soberbiamente. Al que me diga que El Julino es un gran banderillero, le reto a duelo al amanecer.
El Julilució al toro, que se arrancó con alegría al caballo, dándole mucho sitio, pegándole series cortas y haciendo ver al público la bravura del ejemplar. Hubo vibración en los compases iniciales, hubo bravura, hubo buen toreo en toda la faena y se rozó la perfección casi al final, cuando El Julienjaretó una serie por el derecho dejándosela muy puesta y emocionando de verdad a los tendidos. Las roblesinas de cierre pusieron la guinda a una faena torera de verdad, variada, fresca y alegre, bien rematada con la espada. Un faenón. Dos orejas. Gracias, Señor. Por dejarme ver a El Juli. Pero Finito…
Finito, al margen de citas, guerras, duelos y demás, se las vio con un noble y bravo toro en segundo lugar, con una embestida pastueña que pedía un gran torero. Y allí había uno. El toro ideal para el arte de Finito, que nunca se alborotó, que siempre fue consciente del tesoro que posee y que hilvanó una faena cada vez con mayor calidad. Sensacional Finito, que mató superiormente al toro. Y sensacional el público, que se lo pasó en grande.
El resto de la corrida tuvo poca historia. Se conoce que ya era bastante, que mis flagelaciones no han sido suficientes. Dos mansos. Uno, para el genio; otro, para el coloso. El del genio, feo como lo que hizo en los capotes -qué bien Luciano Núñez– se tragó algún que otro muletazo, especialmente por el izquierdo, pitón por el que José Tomásbasó su intento de faena. Todo lo hizo en la boca de riego y ahí le costó embestir al animal. Todo muy torero, pero con un cierto toque amargo, como si el genio no estuviera, no sé, como si quisiera dos rabos y comprobara que ya era misión imposible.
El otro manso, para El Juli. Las lopecinas-zapopinas no le salieron todo lo logradas que él quisiera, a mi ya me daba igual, la verdad. Dejó crudito al animal que, flojo y a la defensiva, le dejó hacer poco. A esas alturas, como si se echaba…
Fueron una pena esos lunares, pero ¿cómo se va uno a quejar? Así es que salimos de la plaza con un ‘viva Barcelona, viva el toreo, viva mi madre y viva yo’, pero José Tomás no quiso salir en hombros y me estropeó un rato la alegría. Una tontería, lo sé, pero… Cosas de genios… pero también cierto desaire al público y a sus compañeros. Claro, que éste lo arregla pronto. Con dos rabos.
Gracias de verdad. Me voy a gastar mil duros en el cirio más grande que vea.
FOTOGRAFÍA: MAURICE BERHO
…Análisis comparativo previo