En la tarde con mayor entrada en los tendidos de lo que a de feria, con dos tercios de plaza, el público se mostró expectante ante la presentación como ganadero del Niño de la Capea, en esta tercera corrida de toros de la feria limeña. Hasta que apareció el sexto la corrida había decepcionado, pero este cambió el signo de la opinión del respetable.
El primero de la tarde perdió las manos en los lances de recibo que intentó darle Finito de Córdoba. Pese a ello, el diestro dejó ver sus buenas maneras con el percal. El toro cumplió en el caballo y con la muleta, en el tercio, ligó dos series con la derecha. Por el pitón izquierdo, en una distancia más corta, también logró ligar una serie a base de cruzarse mucho. La faena fue decayendo a medida que el toro se fue parando, desentendiéndose a su vez del engaño. Finito colocó una estocada que hizo guardia y una casi entera atravesada, saliéndose de la suerte. Acabó con su enemigo de dos golpes de verduguillo.
El cuarto también dobló las manos en los lances de recibo y con el Finito tampoco se acopló. Ya en el tercio de varas, el toro llegó a derrumbarse pero pese a ello Caballero intentó el quite pero claro, aquello no tuvo emoción. En la muleta el toro se desplazó sin codicia, pero repitió por ambos pitones. Juan Serrano ligó algunas series cortas que hicieron arrancar la música, pero el toro comenzó a distraerse y con ello finalizó el lucimiento. Terminó la faena con una tanda de manoletinas que ejecutó con quietud y empaque, manejando mal de nuevo los aceros. En esta ocasión su balance fue de silencio.
Manuel Caballero lanceó con quietud al segundo de la tarde, un toro que repitió en el capote y atendió a los toques. El astado cumplió en varas pero dobló las manos cuando Caballero interpretó un quite por chicuelinas que gustó al público. En el tercio de banderillas se lució el subalterno José Antonio Carretero y después de esto el torero albaceteño brindó su faena al público. Se sacó al toro hasta los medios con ayudados de empaque que fueron muy jaleados. La falta de fuerza del toro hizo que tuviera que torearle a media altura por ambos pitones, y aún así la res dobló las manos en varias ocasiones. Demostró que atesora una gran técnica, arrancando algunos redondos en las cercanías de los pitones, pero no llegó a emocionar al público. Lo mató de estocada tendida y descabello.
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El sobrero de Roberto Puga, que lidió en quinto lugar, hizo caso omiso de los engaños de los subalternos. Nada más comenzar la faena de muleta se desplomó en el suelo y, de nuevo, Caballero tuvo que llevar la muleta a media altura. Las series resultaron limpias pero sin la emoción del toreo de mano baja. Tras varios intentos de ligar y algunas nuevas caídas del animal, Manuel decidió ir por la espada y acabó con él con una estocada y cuatro descabellos. El toro fue pitado en el arrastre.
El sevillano Morante de la Puebla lanceó con hondura a su primero, aunque no fue una serie muy larga. Su quite por verónicas no tuvo calado en los tendido, pero sí su faena de muleta. Inicia el trasteo sacando al toro al tercio, con una serie rematada bellamente con un cambiado de izquierda por bajo. Allí logró ligar una serie de derechazos que estremeció a la plaza, pero que quebrantó al toro de Carmen Lorenzo. La falta de fuerza del animal hizo que se volviese reservón y a partir de ahí fue imposible ligar los pases. Viendo la imposibilidad del lucimiento decidió abreviar y colocó una estocada entera. Este toro también fue pitado en el arrastre.
Al sexto lo lanceó a la verónica con un excelente juego de brazos, rematando con una apretada media. El toro cumplió en varas y Morante lo brindó al público. Desde el primer momento se le notó muy dispuesto, con el único toro de la tarde que repitió con clase y motor. Morante se gustó toreando con ambas manos, ligando y corriendo la mano según su personal estilo. El remate de la faena fue una excelente estocada recibiendo, seguida de una bella muerte del toro que, finalmente, cayó rodado sin puntilla. A este ejemplar se le dio la vuelta al ruedo.
En cuanto a las cuadrillas, Mendiola fue el más destacado de los subalternos peruanos. El mejor español fue José Antonio Carretero en banderillas. Entre los picadores cabe destacar a César Caro.
