Sin un indio para seguir el rastro ni un guía que conociera el camino. Así dio la vuelta al ruedo Uceda Lealen Las Ventas. Una vuelta al ruedo en Madrid es como el ornitorrinco, o sea, una especie en vías de extinción. Para que no fenezca, el torero mostró las maneras de rescatarla de los ancestros: actitud, disposición, entrega, ante un toro de Arauz de Robles que se empeñó en echar cara y manos a las nubes mientras Uceda se empeñaba firme en torearlo por abajo sin arrugarse. Faenas así, recuperan el sentido y el honor de un premio que no es chico, sino grande, sobre todo después de la estocada que recetó.
Es Uceda un torero insólito: estilista o de buen corte, o de buen concepto, pero capaz de fajarse de esta guisa con un toro de aliño. No rompe Uceda del todo, pero faenas como ésta le hacen recuperar crédito. Saltó el toro el callejón como Lewis, se movió luego humillado, pero luego envió parte facultativo con tarascadas leoninas. Mejor hacia adentro siempre y mejor en los adentros el toro, mejor Uceda que todo el toro y que toda la tarde, incluido el sensacional volapié a un cárdeno burriciego y falto de fuerza.
Vicente Barrera sorteó un toro áspero, protestado por su presencia, pero que, enganchado por abajo, pareció seguir el engaño. El viento le importunó, el torero no estuvo cómodo y la función terminó en tablas. El cuarto fue un toro rocieño de Gavira devuelto por inútil y de sobrero salió un grandullón castaño de Criado Holgado, toro mulón, de esos de fea construcción, que, lo que son las cosas, embistió así: con fijeza, movilidad necesaria y sin humillar del todo debido a su construcción, pero descolgando lo suficiente. Pidió paciencia Barrera por el viento, pero el ajuste esperado tardó en llegar y luego desapareció, difuminándose del todo con el descabello.
También fue protestada la presencia del tercero, devuelto por inválido y, corrido el turno, salió el remiendo de Gavira, un galán que se durmió en el peto. Toro insumiso en la muleta con el que Alfonso Romero firmó pacto de no agresión. Otro de Gavira fue el sexto, toro hondo y bajo, humillando en su embestida, y que se abría entre pase y pase, rajadito pero sin declararse derrotado. Había que buscarle entre muletazo y muletazo, y la faena se pasó, con el toro a menos y con Romero pinchando al final.