CARLOS RUIZ VILLASUSO
MADRID (España). El Tercer Salón del Toro Bravo, conocido por Ibertoro, abortó su tercera edición horas después de su presentación. La Consejería de Economía de la Comunidad de Madrid no concedió los permisos necesarios para que se efectuasen las tientas de vacas en el recinto ferial madrileño. En las dos ediciones anteriores, los organizadores habían sido multados al faltar el visto bueno de la Comunidad. Este año, la cuantía de la multa podía ascender a 120 millones y han decidido suspender, ocasionando un grave perjuicio económico a cientos de empresas expositoras, además de detener un trabajo de imagen hacia el gran público. Mientras la Administración de Sevilla alienta este tipo de eventos en FIBES, en Madrid se agarran al vigente Reglamento para prohibir la tienta de vacas: no existe este espectáculo en el texto legal. Con esta actitud, la Consejería de Economía impide el ejercicio público de una de las manifestaciones culturales y tradicionales del mundo del toro bravo.
Si ya resulta hilarante que una manifestación pública y cultural como lo taurino dependa administrativamente de una Consejería de Economía, aún es más paradójico que ésta impida la libertad de empresa y ocasione perjuicios económicos a un buen número de pequeños y grandes comerciantes que exponían sus productos en Ibertoro. Pero, siendo cuantiosas estas pérdidas, es mas relevante la voltereta dada a la imagen de La Fiesta: un espectáculo tan atado de pies y manos al que le costará evolucionar mientras los políticos se olviden de su carácter interino, de su afán de regulación y permitan la libertad de empresa, la libertad de competencia y el libre mercado en el mundo del toro.
La desautorización, a última hora
Según Jesús Ovelar, presidente del Comité Organizador de Ibertoro, «otros años la Comunidad no había contestado, este año envió expresamente una desautorización a última hora».
La cuestión es puramente taurina: en una tienta de vacas no hay por qué sacrificar las reses. La selección demanda que una vaca brava viva y sea madre. Tan simple como eso. Pues bien, la Administración madrileña se cierra en banda: muerte a todas las vacas o no hay permiso. Esta es la única forma de no violar el Reglamento. Un texto legal absurdo, retrógrado, viejo, inmovilista y con vocación sancionadora, redactado por políticos itinerantes que dejan a la empresa taurina atada de pies y manos.
En Sevilla, la Consejería de Gobernación y Espectáculos Públicos ha sabido reaccionar ante la importancia de una exposición cultural y empresarial tan importante como La Feria del Toro de FIBES. No sólo no ha puesto trabas sino que ha apoyado esta iniciativa que es ya un clásico exitoso en la capital hispalense. Este doble trato administrativo sólo viene a reafirmar el cacao mental con el que las administraciones plantean el tema del toro. Es evidente una lesión de derechos por la diferenciación de trato, posiblemente recurrible ante el Constitucional, según algunos expertos. Según estas variantes de actitud administrativa, hay ciudadanos de primera, los de Sevilla y de segunda, los de Madrid.
Este asunto, grave, sólo es una muestra de la desigualdad, desidia y sinrazón administrativa taurina. El Reglamento crea varias de ellas: un espectador de plaza de tercera no tiene el mismo derecho que el que acude a los toros a una capital de provincia: no pude indultar a un toro bravo. La gente de pueblo no, sólo la élite. Incluso en Madrid, a propósito de este certamen de Ibertoro, hace dos años se hizo la vista gorda y se actuó después con una multa. Esta vez se advierte antes bajo la amenaza de una penalización de 10 a 120 millones y, como dice el señor Ovelar, «ante un juez, no tendríamos nada que hacer».
Sin ánimos para participar
Empresarios de sectores no taurinos se echan las manos a la cabeza al constar la reglamentación y las trabas que se ponen a la libertad empresarial en este mundo. Y no se sienten con ánimos de participar. Mientras España camina por las directrices de la libertad, en lo taurino la Administración ha optado por crear organismos de consulta inservibles para este espectáculo pero que ofrecen un gran trabajo a los políticos: marean la perdiz, extienden el chicle. De hecho, existe ya un texto consensuado y firmado por todos los estamentos taurinos, aficionados incluidos, que le quema las manos a los administradores. Lo tienen desde hace más de dos años y es un decálogo de fomento y revisiones fundamentales de la Fiesta.
Ante esta patata caliente, sin posibilidad de apoyarse en los sectores más afines a las posturas administrativas (éstas partes también firmaron el decálogo), la Administración de Madrid nombra a un nuevo Asesor: Andrés Amorós y vuelta a empezar. Esta estrategia de la tela de araña administrativa está perjudicando al espectáculo en unos tiempos de cambios constantes. Tanto es así que incluso se secuestran los datos sobre los festejos de cada temporada y las empresas y aficionados se han de manejar con los logrados trabajos privados, como este portal o otras publicaciones especializadas, mientras que el portal del Ministerio del Interior, de quien aún dependen los toros, goza de información cuasi privilegiada para solaz empacho del ego de Pedro Plasencia, Secretario de la Comisión Consultiva Nacional de Asuntos Taurinos, la araña madre de la gran tela de araña administrativa.
Cerrado Ibertoro, la pelota han de jugarla los taurinos, los profesionales y los aficionados y pedir responsabilidades a sus empleados públicos. José Luis Lozano, empresario de Las Ventas, afirmaba hace unos días que la Administración se estaba aprovechando de la desunión de todos los sectores profesionales del mundo del toro y se apoyaba en los sectores » más desocupados» de entre los aficionados y personajes duros y opuestos a cualquier evolución de lo taurino. En definitiva, que aferrados a la imagen del ‘afeitado’ y los problemas físicos del toro, la Administración tutela totalitariamente un espectáculo a quien aún no le ha llegado la libertad. El ejemplo es claro: los que adquirieron su entrada para Ibertoro no son tan libres como quienes la comprarán en febrero para acudir a Sevilla a la Feria del toro de FIBES.