Cuando el diestro madrileño de Galapagar salió al ruedo en su primer astado, ya dejó constancia de su clase, en unas verónicas templadas, limpias, con las manos muy bajas rematando con una media de arriba abajo, que llegó hasta los espectadores que llenaban el coso. Comenzó la faena con muletazos muy largos pudiendo al toro, pero el astado -con casta y que repitió con alegría- tuvo un defecto que afectó al lucimiento del diestro, cabeceaba demasiado tras haber sido sometido a un mal puyazo. Lejos de fiarse José Tomás, tomó la muleta con la izquierda, clavó sus zapatillas en la boca de riego y comenzó a dar naturales jugándose literalmente la vida. El morlaco rozaba la taleguilla del diestro y los tendidos ya no coreaban el típico olé sino el ¡ay! ante su temerosa valentía.
Una serie de manoletinas tan ajustadas que por dos veces hizo que el toro desplazase al madrileño, puso a la plaza en pie. José Tomás se volcó en los pitones del de Torrealta y consiguió un estoconazo fulminante. En medio del delirio del público, deseoso de ver algo realmente bueno en esta feria, el presidente concedió las dos orejas.
En el segundo, José Tomás no brilló como en el primer toro, aunque consiguió una buena faena que fue estropeada por el fallo con el acero.
Enrique Ponce, muy en su línea, realizó dos faenas muy bien construidas que fueron de más a menos, con una buena lidia y con muletazos muy largos y templados, imponiendo su perfecta técnica ante dos toros con calidad en la embestida pero muy sosos. En su segundo enemigo Ponce logró una oreja, pero pudo conseguir algún otro trofeo más, ya que el presidente no atendió la petición generalizada del público.
Hacía su primer paseíllo en la feria Julián López, El Juli y tras un primero en el que no pudo hacer nada ante el peor de la corrida, llegó al que cerraba plaza con todas las ganas del mundo. Un espectacular quite con lopecinas, marca de la casa, y un buen par de banderillas sirvieron para calentar el ambiente que ya no cesaría en toda la faena. Muletazos largos bajando las manos, sólo empañadas por algún enganchón en los remates, fueron construyendo buenos remates que llegaron a los tendidos. Mató de una buena estocada al toro de Torrealta, un ejemplar bravo que puede ser el toro de la feria ya que se empleó en todos los tercios, especialmente en el de varas y al que El Juli desorejó saliendo por la puerta grande junto a su compañero José Tomás.