Tarde de extraño argumento la vivida esta tarde en Salamanca. Casi se lleno la plaza para ver a dos toreros locales y una de las máximas figuras del toreo, José Tomás. Con estos mimbres y la favorables disposición del público se esperaría un gran espectáculo. Dos horas después y con José Tomás habiendo cortado tres orejas, los aficionados de La Glorieta salieron indiferentes.
El madrileño tuvo uno primero complicadito, rozando el temperamento y Tomás estuvo firme con él, fue una faena fundamentalmente técnica, mató de estocada y recibió una oreja. El segundo de su lote, de comportamiento muy humillado, lo pasó en series sólidas y ligadas, aunque el trasteo tuvo un hilo argumental, no acabó de arrebatar el ánimo de los salmantinos. Mató de pinchazo y gran estocada de efecto fulminante y cortó dos orejas algo protestadas. Aun así y sin poner un pero a la actuación de José Tomás que se alza como triunfador numérico de la feria, no enloqueció al público salmantino, que salió de la plaza un tanto inexpresivo.
Los momentos más intensos de la tarde se vivieron en el cuarto, ante un gran toro de Nuñez del Cuvillo. Andrés Sánchez lo pasó en dos series sentidas, con la figura desmayada y dándole el sitio que requería el toro. Sánchezahogó un poco la embestida de su oponente y el trasteo se fue diluyendo, y acabó algo embarullada. La sorpresa llegó cuando Andrés se perfiló para matar y tiró la muleta entrando a matar a cuerpo limpio. Pinchó y tuvo que entrar a matar otras tres veces, y utilizar otras tantas el descabello. Se dividieron las actuaciones para juzgar la actuación de Sánchez, que protagonizó ese epílogo de la faena un tanto controvertido. Antes el diestro charro se las había visto con un ejemplar que ni humillaba, ni se empleaba el del Cuvillo.
Javier Valverde, que venía precedido de su triunfo del lunes, no ha tenido un lote propicio para reeditar su buena actuación pasada. Su primero fue un ejemplar soso sin transmisión ni largura, y Valverde estuvo muy firme con él. Al sexto se le protesto mucho en los primeros tercios, por su flojedad, y su escasez de fuerza, impidió una faena lucida de Valverde. Lo único que pudo hacer fue matarlo de manera contundente.