Llegan las jóvenes promesas del toreo y se chocan contra el muro de una novillada mansa sin apenas posibilidades de triunfo. Cuando no embisten animales como estos, que no pasan de 465 kilos y que en su mayoría presentan bonitas hechuras, hay que preocuparse en serio.
Muy corta de raza estuvo la novillada de Hermanos Sampedro, resultando la mayoría de los novillos mansos y deslucidos. Como excepciones a esta regla sólo cabe destacar la nobleza del primero, novillo que sin embargo se agotó pronto, y la cambiante movilidad del segundo.
Con estos mimbres, pocos cestos, la verdad. Pero lo poco bueno que hubo se lo apuntó el madrileño Matías Tejela, al que le bastó con abrirse de capa para centrar la atención del público sevillano. Algo se le vio a este novillero, que rápidamente se colocó en el punto de mira del aficionado. Tejela conectó muy rápido por su forma asentada y templada de torear de capa, cualidades que mantuvo en el comienzo de la faena de muleta al segundo de la tarde, pero que no pudo mantener molestado por el viento y por los cambios de ritmo de ese novillo que tuvo más movilidad. Fue faena a menos en la que, sin embargo, se apreciaron más virtudes que defectos.
El quinto entró en el grupo de los mansos, pero éste con el inconveniente añadido de orientarse muy pronto. Tejela se mantuvo firme y aguantó parones del novillo, que empeoró por momentos hasta terminar rajado. Una pena no poder ver a este novillero con otro material.
Javier Solís -en la imagen- se hizo presente con un quite por gaoneras al segundo y en el último de la tarde hasta se fue a portagayola. Por ganas no quedó, aunque este pacense que el año pasado fue el triunfador de las novilladas de promoción en Sevilla, no pudo aportar demasiado al desarrollo de la tarde por resultar parado su primero y manso acobardado el sexto.
Tampoco la presentación en Sevilla del nieto del venezolano que fue capaz de cortar dos rabos en el plato de 48 horas en La Maestranza tuvo tintes históricos. Al nuevo César Girón se le vio puesto ante el noble primero e insistente ante el parado cuarto. Su toreo resulta estético, aunque su estilo es un tanto campero, por lo que en Sevilla le costó conectar con el público.
Lo dicho, poca bravura para tanta juventud, aunque a veces se echó en falta más talante novilleril en esta primera terna de aspirantes.
El banderillero Agustín González, de la cuadrilla de César Girón fue obligado a desmonterarse tras parear al cuarto novillo de la tarde.
FOTOGRAFÍA: ARJONA.