… El Dardo`. Novilleros, por BAYONETO
No ha sido una tarde redonda, de esas en las que se cortan siete orejas, dos rabos y no sé cuantas cosas más, no. Ha sido algo mejor, una tarde importante, una tarde en la que un TORERO, y lo escribo con letras mayúsculas, ha podido demostrar una vez más, le pese a quien le pese, que tiene todas las cualidades necesarias para ser alguien importante en esto del toro. Antonio Gaspar, Paulita, se ha enfrentado hoy a seis novillos en Zaragoza y no sólo ha salvado con ventaja la papeleta. Además, ha toreado de verdad y bien.
Paulita, con treinta y cinco novilladas escasas en su trayectoria, es un torero cuajado, hecho y más que preparado para la alternativa que recibirá dentro de tan sólo dos días. Un torero que ha mostrado hoy una dimensión enorme y, lo que es más importante, ha dejado ver la dimensión que puede alcanzar con el tiempo. Las dos orejas obtenidas pueden parecer poco cuando se han lidiado seis novillos, pero si tenemos en cuenta que en el primero mereció también una, aunque un público frío no lo apreciase, y que en el quinto -que le propinó una gran paliza al final de faena- tenía cortadas otras dos, la cosa cambia.
Y eso que la novillada, muy seria y con más de un ejemplar con cuajo de toro, no resultó precisamente una perita en dulce. El primero, manso, desarrolló peligro por el pitón derecho pero por el izquierdo ofreció alguna posibilidad que el diestro maño aprovechó a la perfección, logrando naturales de muy buena factura. El segundo salió descoordinado y fue sustituido por un sobrero de Fuente Ymbro que se movió pero poco más, aunque parte del público pensara otra cosa. El tercero también manseó, frenándose y buscando después durante la faena de muleta. Firme y dispuesto, Paulita le sacó todo lo que pudo.
Con la tarde cuesta arriba salió el cuarto, un ejemplar al que no se sobraron las fuerzas que Antonio entendió a la perfección. Ahora sí, con lentos, largos y templados muletazos, alargando el viaje del novillo, el público respondió y, pese a pinchar, paseó la primera oreja. El quinto tuvo muchos pies y no fue fácil, pero Paulita le plantó cara y cuajó una gran faena, pasándose los pitones muy cerca de los muslos, bajando mucho la mano y templando a la perfección la vibrante embestida del animal. Las dos orejas estaban en su mano, pero se esfumaron debido a la preocupante voltereta que le dio junto a tablas, que le dejó visiblemente maltrecho, pero aún así mató al sexto. Y no de cualquier manera, pese a que sus condiciones físicas estaban visiblemente mermadas, protagonizando un auténtico gesto de torero. Aquí llegó la otra oreja que le abría una más que merecida puerta grande.
A todo esto, además, hay que sumar las tres grandes estocadas con las que pasaportó a sus tres primeros enemigos, el amplio repertorio que desplegó tanto con capote como con muleta y el hecho de demostrar, por si alguien aún dudaba, que le funciona la cabeza delante del toro y que tiene valor a raudales, ése valor sereno que muchas veces no se aprecia y que realmente distingue a unos toreros de otros. Qué quieren que les diga. Paulita toreó bien y con verdad. ¿Qué más se puede pedir?
… El Dardo`. Novilleros, por BAYONETO
FOTOGRAFÍA: MAURICE BERHO.