Los seis toros de Castillejo de Huebra que saltaron al coso de La Misericordia, el sexto como sobrero, fueron desiguales de presentación y juego, mansos en el caballo. Al sexto se le condenó a banderillas negras, pero alguno de ellos, como segundo y tercero, se dejaron, el segundo, con matices.
En el tercer festejo de la Feria de Primavera estaba anunciado un mano a mano regional, El Tato– Millán, que al final se saldó con una oreja para cada uno, que bien podían haber sido más de haber matado El Tato, o si a Millán le concede el Presidente la segunda de su primer toro.
El festejo dejó clara la madurez y temple de un torero, joven pero con varios años de alternativa, como es El Tato, y la juventud e ímpetu de otro aún más joven, Jesús Millán.
El Tato, que nunca tuvo el público a favor, supo mantener a su primero en pie, para luego sacarle muletazos largos al natural, pero falló con los aceros.
En el tercero, se empeñó en torear en los medios a un toro que se quiso rajar en la primera serie y lo logró. Ejecutó unas tandas iniciales cortitas, para luego seguir con otras, templadas y mandonas, de largura infinita y con mucho ritmo. La plaza se rompió, ya que no abía otra cosa, y cortó una oreja tras unos ayudados por bajo de lujo. Unos años antes estaríamos hablando de dos orejas. El quinto no fue fácil, pero ejecutó una faena a más con un toro que terminaba con la cara alta.
Jesús Millán salió a por todas desde el primer momento. Su primero resultó una res con transmisión a la que vio pronto y, quizás por ello y por su juventud, le hizo acelerarse un tanto, pero la respuesta del público fue total.
Mató de una gran estocada y se le pidió con fuerza la segunda oreja, pero el presidente no la concedió. El cuarto fue un cinqueño, al igual que los primeros, que resultó un manso ‘pregonao’, en el que lució Carlos Casanova en el tercio de varas por su constante brega. Se dio una autentica paliza y El Tato, como director de lidia, puso el orden. Millán anduvo breve, puesto que el toro no merecía más.
Con el sexto, un sobrero del mismo hierro condenado a banderillas negras, se dio un arrimón tras brindar su muerte a El Tato.
FOTOGRAFÍA: JUAN MORENO.