¿Qué tiene el toreo que le hace ser perseguido? ¿Quién persigue y por qué?
Nos usan porque no tenemos capacidad para ser un sector autosuficiente de la política
En un pueblo de a 5€ entrada a una novillada, se elevó a 50 para ver figuras hasta en portátiles
C.R.V. > Madrid
¿Cuál es la razón de la persecución del toreo? Responder a esta cuestión es el inicio de la solución de un problema hereditario y actual al que jamás responderemos con acierto si antes no nos hacemos la pregunta adecuada. ¿Qué tiene el toreo que le hace ser perseguido? ¿Quién persigue y por qué razones, al toreo? Si nos atenemos a las urgencias del presente, los ‘atacantes’ serían las ahora llamadas ‘izquierdas’ radicales. Podemos esencialmente. Pero, ¿son estas nuevas izquierdas las ‘enemigas-enemigas’ del toreo? La respuesta es un NO rotundo, si tenemos en cuenta que en Cataluña fue la derecha quien lo prohibió, la derecha de misa de domingos, nacionalista, pero derecha. Entonces, diremos, los enemigos son los ‘nacionalistas’.
Sin embargo, en Céret, Francia, los mismos nacionalistas catalanes, apoyan sin condiciones al toreo. En Pontevedra ha gobernado el Bloque Nacionalista Galego mientras se dan toros de forma exitosa. Bildu siente apego en Azpeitia y desapego en Donosti. Y así mas ejemplos. Por tanto, NO es cierto que los ‘nacionalismos’ sean los enemigos en bloque del toreo. ¿Es la derecha la partícipe beneficiosa del toreo? Pues en Oviedo, donde ha gobernado el PP décadas continuadas, no se han dado toros ni han hecho caso a los toros. Wert lo hizo Patrimonio Cultural, pero tramitando una ILP y jamás lo incluyó en los Presupuestos Generales del Estado. Nunca echó la pata adelante del todo. Sobre el PSOE, ya se sabe que, desde su ausencia de la mayoría absoluta, jamás se ha definido hacia una u otra parte, pero Rubalcaba pasó el toreo al Ministerio de Cultura y sin embargo en Cataluña se dejó libre albedrío para darle la puntilla.
Estas evidencias nos dejan en fuera de juego al argumentar o localizar al enemigo por razón de partido o de ideología. No existe un denominador común al respecto, por mucho que se empeñen y nos empeñemos en simplificar una cuestión que ni hemos reflexionado, ni hemos analizado. Ni siquiera nos hemos hecho la pregunta clave. ¿Quién y por qué van en contra del toreo?. Porque si es cierto algo en la relación toros y política, es su uso. Su usabilidad. Su uso rentable de cara al pueblo, al voto, a la sociedad que se puede usar en lo político. Usar al toreo para buscar un rédito en el pueblo, en la gente. Pero esta afirmación evidente, ha de servir para los casos de ‘persecución’ como para los casos de ‘adhesión’. Los dos casos. No nos engañemos.
Vivimos ahora una corriente victimista casi histérica que se refleja en las reacciones, a veces reaccionarias, respecto al Ayuntamiento de Madrid. No dudo que sean posibles ‘enemigos’ a medio plazo, pero la alarma de combate aéreo creada por su negativa a usar las entradas del palco de Las Ventas ha sido tan desproporcionada como ha sido natural la reacción de los del teatro al saber que no van a usar las entradas del Teatro Real. Es un ejemplo claro de usabilidad: en este caso de los intereses de la otra parte, la que va librar batalla electoral con Podemos dentro de unos meses. Seguimos siendo usados. Nos usan porque no somos reflexivos, no tenemos capacidad para ser algo independiente, un sector autosuficiente de la política falsa, bastarda y fea que nos ha tocado vivir.
Con esta descripción sobre la mesa, ¿alguien tiene alguna duda razonable de que nuestro análisis de enemigos por razones políticas está errado, que es obsoleto, que es contrario a la realidad del toreo? Sin embargo, hemos de concluir que, en una sociedad que tiende a organizarse, con sectores y grupos que tienden a calibrar su potencial, a fortalecerlo, a ponerlo a funcionar y a negociar frente a cualquier eventualidad negativa, el toreo no está en esa situación. Porque no existe el sector taurino. No existe desde hace muchos años, sobre todo desde que irrumpe en este país la voracidad impositiva de los cánones de arrendamiento abusivos por los que tanto se ha recaudado, tantos favores se han pagado políticamente, y tanta ruina han dejado.
Ruina económica e imposibilidad de desarrollo empresarial pues los empresarios, toreros y ganaderos (sí, todos, incluyendo sector de aficionados medio subvencionados o ayudados), han admitido un toreo sumiso del político, servil del político. Económicamente, desde finales de los ochenta hasta hace cinco años, las propiedades públicas de las plazas de toros hicieron dos cosas en contra del toreo. Una, quebraron la linea coherente del toreo como base popular al exigir, de forma cateta y palurda, en sus pliegos, a la figuras. Eliminaban así ese mapa del toreo base, de arraigo popular, de vertebración social. Ese que estaba tan apegado al pueblo que, antes de la dictadura, era más espectáculo de izquierdas, intelectuales y aristas, que ningún otro.
Extirparon el toreo de la piel de lo popular con sus precios de entradas con sus ansias recaudadoras, con su apego a la foto, a la falsa imagen de nuevo rico político en cualquier aldea de este país. En un pueblo de a cinco euros entrada a una novillada, se elevó a 50 para ver a las figuras, que coparon hasta las portátiles. ¿Alguien puede negar esto? ¿Y qué joven pasa de gastarse cinco euros a gastarse cincuenta? ¿Quién se lo puede permitir? Esa Fiesta administrada le quitó al toreo su base popular. Hicieron una Fiesta para la sombra cara, para una endogamia, para una minoría que jamás saldrá a la calle a pelear por su pasión. Eso sí hacía el pueblo. No tengan duda alguna de que Bildu no va a hacer nada contra los toros en Pamplona. Es el pueblo quien manda al toro y exige al toro. Porque allí donde la fiesta es base de las gentes, allí donde tiene arraigo social, Pamplona, Ceret, Pontevedra, Azpeitia, el político no cometerá el error de eliminarlo. Lo hará, por uso político, allí donde, como en Barcelona, se expulsó al pueblo, al sol. Preguntemos si la programación de toros en la Ciudad Condal y sus elevadísimos precios han sido la puntilla al toreo o ha sido Artur Mas.
Nos hemos ido del día a día, de las cafeterías, del metro, de las paradas de autobús y del boca a boca del menú del día. Y hemos pasado al toreo al restaurante de tres tenedores. ¿Esto es cierto o alguien duda de esta certeza? Por tanto, hagamos de una vez la pregunta correcta para lograr la respuesta correcta. Porque esta sociedad camina a una velocidad arrolladora. Porque nos hemos instalado incluso en una comunicación y publicidad defensivas, de trinchera, obsoleta. Un ejemplo. ¿De verdad creemos que vamos a convencer a un chaval de 18 años diciendo que los artistas son ‘matadores de toros’? No nos damos cuenta de que la denominación es del Siglo XIX, cuando, desde luego, el fin era matar el toro y no torear. Hoy se torea y al torero se denomina con el verbo mas cruel y rancio del diccionario: matar.
Esa es la cuestión, que debemos recuperar el sol. Recuperar al pueblo. Ser de nuevo su necesidad de ocio, de concentración armónica de gentes. Explicar que no somos un espectáculo de élites ni de derechas ni de izquierdas sino transversal, para todos los que sientan esto, tengan o tengan dinero. Puedan aportar 10 euros o 200 euros. Llevamos décadas haciéndoles el juego a los partidos que nos usaron y tratan de usarnos aún. Creímos que siendo sumisos viviríamos mejor, pero nos buscaron la ruina. Y ahora que surge una nueva forma de hacer política que no va a dar plazas a dedo ni plazas para pagar favores, no sabemos qué decir, qué ofrecer, qué dar a cambio, qué explicar.
Esta es nuestra tarea. Recuperar nuestra identidad de hace décadas, volver al corazón de las gentes. Si podemos. Ese es el único podemos cierto. Con el otro se habla, se sienta, se ofrece, se debate. Y, si hace falta, se pelea. Pero con las gentes al lado, en nuestro bando.