La ovación de la tarde se la llevó el picador Efraín Acosta. Hombre poco conocido en España por el gran público, pero picador de gran experiencia que ha pasado varias temporadas por estas tierras y que ya destacó en la pasada Feria de Julio de Valencia. Efraín Acosa picó al quinto toro espectacularmente, también es verdad que el animal se comportó con bravura. Pero es que al picador le salió todo bien: desde la bella forma de citar, haciendo la suerte como Dios manda, hasta la colocación de la puya, que siempre cayó en su sitio. Acosta tiene una curiosa forma de picar, pues no lanza el palo como todos. Lo sujeta vertical y, cuando el toro se arranca, lo deja caer cual plomada. Curiosa manera e igualmente bella cuando se hace bien, como fue el caso.
El resto, poca cosa. Porque es verdad que Esplá cortó una oreja. Madrid tiene sus toreros y éste es uno de ellos. La oreja se la cortó al cuarto, un toro que peleó con feo estilo en el peto, aunque se arrancó de lejos y que no humilló nunca. La sosa embestida fue templada por Esplá que, poco a poco, fue haciendo al toro y haciendo a su vez una faena muy jaleada, basada en los cites de frente que tanto gustan en Madrid, haya o no ligazón. Las series fueron las que permitía el toro, es decir, cortas. Los naturales, alguno, bueno de verdad. Y el detalle de brindar la faena a Ángel Luis Bienvenida contribuyó a que el público solicitase la oreja. Antes, en su primero, un animal flojo que desesperó a los espectadores, abrevió en su línea de no cansar a nadie.
El toro tenía unas condiciones extraordinarias y hasta se le podía haber hecho faena cuidándolo, pero Esplá no es de ese tipo de toreros y cortó por lo sano en cuanto el animal perdió las manos en la muleta. A estas alturas nadie va a descubrir la inteligencia del alicantino.
El Zotoluco se las vio con el único ‘victorino’ realmente bueno de la corrida. El segundo. Un animal bravo en el caballo, sobre el que se lució El Pimpi. Por el derecho empezó El Zotoluco y por ahí el animal mostró una pegajosa embestida repleta de dificultades. Además, se quedaba cortito. Pero hete aquí que el mexicano cogió la muleta con la zurda y ahí el toro demostró sus cualidades. Los naturales salieron largos y templados, algunos fueron realmente soberbios. La cosa no acababa de calentarse, a pesar de lo bien que estuvo El Zotoluco. Otra tanda más por el derecho reafirmó la diferencia en la embestida y volvió otra vez con la izquierda, hasta que llegó una voltereta que no tuvo consecuencias. Estuvo bien El Zotoluco, aunque algo pasa porque debió ser faena de triunfo.
El quinto fue el toro con el que se lució Acosta. Y la bravura del animal se quedó en el peto, porque después no se desplazó y cuando lo hizo fue con la cara por las nubes. No pudo hacer mucho Zotoluco.
Y menos José Luis Moreno, que se las vio con las dos ‘alimañas’ del encierro. Su primero, al que se le dieron demasiados capotazos, no tenía ni uno por el izquierdo y por el derecho se quedaba, miraba, medía y ponía en continuos aprietos al torero, que estuvo valiente y exponiendo una barbaridad. El sexto, igual. No pasaba, rebañaba, buscaba al torero, se frenaba… Una delicia, en fin, con el que Moreno volvió a evidenciar su disposición. No cortó orejas, no, pero José Luis Moreno dejó una grandísima impresión.