Cuando un torero sale dispuesto, sin complejos, y se encuentra con un animal bravo, no puede pasar otra cosa que triunfar. Esto fue lo que sucedió en el coso de La Misericordia y el principal protagonista fue Paulita (en la imagen), que ejerció de director de orquesta para lidiar, someter y reventar la plaza ante Músico, un novillo bravo con el que la faena del aragonés sonó a música celestial.
El animal se había quedado crudito y con transmisión tras ser picado por Anderson Murillo. A muchos los habría descubierto para mal, pero la cabeza fría, el poderío de la muleta y la largura, junto a la ligazón, dejaron patente que enfrente tenía a un torero de los de verdad. Se pidió el indulto de la res, pero el presidente dijo que a matar y el toreo se limitó a dar una nueva serie de naturales y de redondos que difícilmente olvidarán sus paisanos y los foráneos que venían a animar a sus compañeros de terna. Dos orejas, puerta grande y la gloria junto al ganadero, que salió a saludar.
En el primero se entretuvo en dar un recital de capote y en dejar claro que si te levantan los pies del suelo, como le pasó en dos ocasiones, un novillero se tiene que poner de nuevo en el mismo sitio y en el mismo pitón. Se le pidieron dos orejas pero el premio quedó en una.
Leandro Marcos dejó su sello de torero fino pero no llegó al acoplamiento en ninguna de sus dos reses, que se dejaron, especialmente el segundo de la tarde. Matías Tejela demostró que es un novillero a tener muy en cuenta y que no se arruga. A su primero quizá le tenían que haber dado otro puyazo y el sexto fue el único animal complicado de la tarde. Dio una vuelta al ruedo tras petición de oreja.
FOTOGRAFÍA: JUAN MORENO