Texto: Andrés Villamarín Espinel / Foto: Glenda Giacometti – Vía: ElComercio.com
José Ignacio Uceda Leal paró, templó y mandó con maestría, al igual que Daniel Luque que mostró su extraordinaria capacidad y buen toreo en la Plaza San Isidro Labrador de Latacunga.
La segunda de feria se la llevó numéricamente el torero de Madrid que volvía después de varios años sin pisar ruedos ecuatorianos. Uceda que vestía de tabaco y oro, recibió de capa al primer Huagrahuasi y lanceó a la verónica para recibir las primeras palmas de la tarde. Con la muleta intentó bajarle la mano a un toro que salía con la cara alta. Tres cuartos de estocada y una oreja.
El momento más importante llegó con el cuarto de la tarde. Faena muy completa por bajo ante un toro que arrastraba su morrillo y repetía. Uceda lo fue llevando a los medios y toreó a gusto mientras sonaba la música. Leve petición de indulto y de forma honesta se tiró a matar para dejarlo sin puntillas y cortar las 2 orejas.
Daniel Luque en su primero dejó una media con la firma de la casa y consiguió una faena muy importante bajo tablas, obligando al toro a repetir. El de Triana manseaba y resultó muy deslucido pero la muleta del de Gerena no claudicaba y mostró todo su poderío para exprimir a su oponente. Estocada en todo lo alto y tras la insistencia la autoridad tuvo que sacar los 2 pañuelos blancos. Dos orejas para el sevillano.
Con el quinto Daniel Luque no tuvo suerte y a pesar de su mansedumbre intentó torear por bajo ante una embestida incierta. Capacidad y oficio para imponerse al peligroso que cerró su lote. Tras el esfuerzo recibió palmas.
El que no tuvo opciones con su lote fue el peruano Joaquín Galdós que lidió al tercero de la tarde tragando e intentando sacar muletazos ante un toro de embestida brusca. Además el viento se hizo presente por lo cual su quehacer terminó de ser imposible ante el de Triana que no se dejó en ningún momento.
El sexto saldría al albero y se estropearía de sus cuartos traseros por lo cual tuvo que salir el primer sobrero de Huagrahuasi que no tuvo la fuerza necesaria ni la transmisión en la muleta. Galdós abandonaría la plaza con la impotencia de no encontrar un toro que le permita expresarse.
Mientras el peruano se iba por su propio pie, sus dos compañeros de terna serían llevados en volandas por la Puerta Grande de Latacunga.