Fue la número uno del escalafón de rejones la temporada pasada y este año, de especial coyuntura por el coronavirus, va camino de repetirlo. Lea Vicens demostró sus galones como tal esta noche en Priego de Córdoba. Con la contundencia de quién es líder, la amazona gala cortó tres orejas de un importante lote de Bohórquez y mostró, además, algunas de las caras nuevas de su renovada cuadra como ‘Cleopatra‘ y ‘Diamante‘. Ponce paseó la otra oreja de la noche en su primero, toro de poco empuje -defecto común en toda la corrida de Hermanos Sampedro– al que buscó las vueltas con su sapiencia habitual. Mientras, Emilio de Justo, que lo bordó a la verónica en el tercero, ‘pinchó’ sendas faenas de torero maduro, llenas de aplomo y del convencimiento del que ve toro aunque no lo haya.
El cuarto fue otro buen toro de Bohórquez. Tuvo fijeza, celo y transmisión en las monturas de Lea Vicens. Lo paró con ‘Cleopatra‘, una de las nuevas monturas de su cuadra, y clavó varias banderillas con importancia sobre ‘Bético‘ -uno de sus caballos estrella-. Buenas batidas tras templar a la grupa. Después estrenó a ‘Diamante‘, otro caballo de su nueva hornada. Rejonazo de efecto fulminante, tras una rosa, paseó las dos orejas.
Lea Vicens paró con ‘Guitarra‘ al primero de Bohórquez. Un ‘Murube‘ que tuvo ritmo y codicia en las monturas de la amazona gala, que se lo dejó crudo con un sólo rejón de castigo. Después protagonizó un notable tercio de banderillas sobre ‘Gacela‘ y ‘Deseado‘. Acertó con el rejón de muerte y paseó una oreja con petición de la segunda.
El segundo bajo y cornidelantero se movió en los primeros tercios, permitiendo así buenas verónicas de Ponce, que, luego, se gustó en el quite por chicuelinas, de mano baja. Brindó al público, pero no rompió el toro en la muleta del valenciano. Le faltó empuje y casta, pese a ello, Ponce logró ‘robarle’ las tandas por el derecho, mejor pitón del toro, templando a media altura su acometida. Tras una estocada, paseó una oreja.
Más montado, el quinto, de Hermanos Sampedro, tuvo aún menos dentro. No humilló desde que salió de toriles. Nunca. Ese defecto se acrecentó en el último tercio, pues no pasaba. Soltó cada vez más la cara y se defendió lo suyo. Recibió una cálida ovación de despedida.
Cerró plaza un sexto, con más cara, bien hecho, al que saludó de nuevo a la verónica De Justo. Blandeó en el peto y se le protestó, pero el de Hermanos Sampedro, que escarbó bastante, pasó el corte. El cacereño economizó los capotazos en su lidia y, así, logró robarle varias tandas de enorme mérito. De uno en uno, logró alargar los muletazos en un trasteo siempre presidido por su aplomo, ante un animal incierto, que se pensaba cada arrancada. Tenía el triunfo en su mano, pero volvió a marrar con los aceros, dos pinchazos y media en buen sitio, que impidieron el triunfo. Fue nuevamente ovacionado.
Castaño, abrochado y algo bizco del pitón izquierdo, el tercero, de Hermanos Sampedro tuvo ritmo ya de salida y Emilio de Justo lo ‘cuajó’ con el capote. Sensacional, el cadencioso ramillete de verónicas del recibo, que abrochó con la media. Galleo por chicuelinas para llevarlo al peto. Luego, el cacereño mostró la madurez actual de su toreo en una faena medida, en la que corrió la mano por ambos pitones, a pesar de que al animal, manejable, le faltó una brizna más de fondo, incluso amagó con rajarse varias veces. Hundió la espada hasta la yema, espadazo, pero no dobló el toro y se le ‘atascó’ el verduguillo.