El balance final del festejo, en lo referente a goles, fue de una sola oreja para Antonio Ferrera que venía en sustitución de Jose Tomás, pero de haber metido la espada bien pudo haber cortado tres orejas. Víctor Puerto también se pudo llevar un trofeo en el cuarto, en el siempre difícil toro de la merienda, pero se reiteró en pinchazos.
Los toros de Jose Luis Osborne, que lucieron en general buena estampa, no pusieron las cosas nada fáciles a los toreros, especialmente los lidiados en segundo y tercer lugares, que desarrollaron peligro en buenas dosis.
El primero de Víctor Puerto no se mantenía en pie ni toreándolo a media altura. La voluntad del torero no fue suficiente para levantar la faena. En el cuarto tenía ganada la oreja, pero falló con la espada, tras una labor interesante en la que terminó metiéndose entre los pitones.
Uceda Leal se dio un auténtico arrimón en el primero de su lote, un toro que se entableró y que desarrolló peligro. Todo lo que hizo tuvo mérito y mucha verdad, pero el esfuerzo no tuvo la continuidad necesaria en el quinto, un animal que se dejó un poco más que sus hermanos.
Antonio Ferrera toreó bien de capote a su primero, al que recibió con una larga cambiada y lució en un buen tercio de banderillas, tras haber llevado a la res al caballo galleando por chicuelinas y ejecutar un quite por navarras. Con la muleta se arrimó de verdad ante un toro con peligro que le tiró constantes gañafones. Pinchó y todo quedó en aplausos. Al sexto lo sometió, pese a que protestaba, cuando lo toreó bajándole la mano, pero al final y tras otro brillante tercio de banderillas logró momentos importantes, entre los que destacó una serie de naturales largos y templados que calaron en los tendidos. Los podía haber firmado cualquier torero de los llamados de arte. Tenía las orejas en sus manos, pero marró con la espada y el premio quedó en un trofeo.