El deambular cansino por la plaza y la falta de raza de los novillos de Alejandro Vázquezha contagiado de su condición a la terna de novilleros que componían el cartel de esta tarde, dando como resultado un festejo insulso que, salvo algunos lances de recibo y el quite por chicuelinas que recetó David Moraal tercero, merece guardarse en el fondo del baúl del olvido y esperar a una nueva oportunidad, para poder sacar conclusiones sobre los tres novilleros que actuaron en la primera de las novilladas que programa la empresa de Madridpara el mes de Septiembre.
La tarde comenzó mal, con un primer novillo muy justo de fuerzas, rayando la invalidez, que hizo que la labor del pucelano Mario Campillono pudiese pasar de voluntariosa. En el cuarto no corrió mejor suerte el espada, y pechó con otro astado soso que se acobardó muy pronto, quizá por la cercanía en el cite del espada, y que tan sólo le permitió esbozar algún muletazo que no llegó a tener eco en el tendido.
A Sánchez Morase le ha visto con oficio en su primero. Un animal que miraba mucho al espada y que llevaba un peligro sordo, que no siempre la gente supo apreciar, a pesar del arrimón que se estaba dando el chiclanero. Puso mucha voluntad y ganas de agradar, pero la faena no podía coger vuelo por culpa de la sosería del astado. Ante el quinto, al que recibió con tres largas cambiadas, volvió a querer agradar, en una faena de excesivo metraje y de nula resonancia en los tendidos.
El triunfador de la tarde ha sido David Moraque, a pesar de haber actuado esta tarde con un fuerte esguince de tobillo, ha dado una vuelta en el tercero de la tarde, tras una faena en la que, a pesar de su bisoñez, ha conseguido sacar algún muletazo largo por el pitón izquierdo que han sido del agrado del público, ante el novillo que más opciones dio del mal encierro de Alejandro Vázquez. En éste recibió una fuerte voltereta sin consecuencias, que no le impidió seguir la lidia, y lidiar al sexto de la tarde, que le propinó otra fuerte voltereta, en esta ocasión con menos fortuna, ya que el astado consiguió calar su muslo derecho, por lo que tuvo que acabar con la vida del astado Mario Campillo, que abrevió.