En la final de los encuentros mundiales de novilleros celebrada este viernes por la tarde en la plaza cubierta de Illumbe, los tres novilleros, César Jiménez, Javier Valverde y Salvador Vega cortaron cada uno una oreja, este último a cambio de una fuerte conmoción cerebral que le impidió matar a su segundo enemigo. Los tres se enfrentaron a una novillada de Fuente Ymbro, seria, brava en los caballos y encastada, dándose la vuelta al ruedo a los despojos del cuarto, mientras que el quinto resultó el más brillante en la muleta.
Javier Valverde se enfrentó primero a un novillo de buen son pero justito de fuerza. Y la falta de fuerza añadida a la casta produce genio, por lo que el ejemplar de Fuente Ymbro acortó su viaje en el último tercio. Pese a ello, el novillero salmantino anduvo muy firme y seguro con la muleta, consiguiendo una labor muy meritoria. Pero mató mal y se enfrió el ambiente. Al pinchar por segunda vez, el astifino novillo le abrió la taleguilla y le dejó un rasguño en el muslo derecho. Entendió bien la embestida vibrante del cuarto por el lado derecho al citarlo a la larga distancia, mientras que el astado protestaba más en cercanías. Mató de una buena estocada, algo contraria, y cortó la primera oreja de la tarde, mientras que se dio la vuelta al ruedo al astado.
Excelente impresión también dejó el toreo elegante, hondo y ligado del malagueño Salvador Vega, tanto con el complicado segundo que llegó con muchos pies y con violencia en el último tramo de la lidia y que supo llevar y conducir, como con el excelente quinto, el mejor para el torero pero que nunca fue tonto y que no le perdonó bajarle demasiado la mano al interpretar el natural y le cogió feamente, siendo llevado inanimado el torero hacía la enfermería dónde el doctor Ayestarán le apreció una fuerte conmoción cerebral de la que recupera poco a poco. Valverde acabó con el astado tras machetearlo, pero la soberbia faena de Vega había producido tal impacto sobre el público que le pidieron y le concedieron la oreja que recibió su cuadrilla.
Pese a llevarse el lote más complicado, César Jiménez tuvo otra actuación muy importante, con ganas, poder, ideas claras y sentido del temple. Pinchó una faena de toreo caro al tercero, de la que sobresalieron dos tandas por el lado derecho, mientras que mató de una certera estocada al sexto, un novillo fuerte, bravo en el caballo pero con dificultad en la muleta. Al final, el jurado proclamó a los tres novilleros triunfadores de este certamen mientras que saludaba el mayoral, bella conclusión de un ciclo apasionante.