La propiedad de la plaza de toros de Málaga, la Diputación Provincial, prepara un pliego de condiciones con cambios sustanciales. Por lo que ha podido saber Mundotoro, el pliego, de momento, parte de un trabajo de campo concienzudo sobre la viabilidad económica, en La Malagueta, de un Patrimonio Cultural de los españoles como es la Tauromaquia. De dicho análisis, se concluye que lo más positivo para la gestión futura del coso sea partir del canon ‘cero’ de arrendamiento e, incluso, de evitar aún más costes de partida.
Es decir, que la Diputación de Málaga sacaría a concurso la gestión de la plaza con la liberación de cargas valorada en unos 120.000 euros respecto a los requisitos de gestión anteriores. Y lo haría a sabiendas que es la medida más directa para que el primer gran beneficiado de esta medida sea el propio consumidor, el aficionado, el público, pues primaría en puntuación de cara a la adjudicación, la mejora de los precios de los abonos y entradas.
Una medida unida a otra: la licitación por la gestión y explotación del inmueble de La Malagueta se ha ‘troceado’. Es decir, que habrá varios concursos dependiendo del objeto y del sujeto de la explotación: eventos, gastronomía, turismo y similares y la gestión taurina irán en concursos distintos. Con el añadido de que una empresa podría concursar a una o a más ‘explotaciones’, siempre y cuando cumpla con los requisitos que de pidan.
¿Es buena o es mala esta decisión? A bote pronto, mejora de forma indudable los requisitos anteriores, cuya exigencia económica de partida, era, como mínimo, 120.000 euros más cara. De Málaga, recordamos, han salido ‘huyendo’ de forma más o menos disimulada, todas las empresas gestoras, incluso contratando a José Tomás.
Por tanto, la gestión taurina del coso parece ser que no es rentable en lo económico, una cuestión analizada en un acertado estudio elaborado para/por la Diputación. Ésta ha tratado de hacer compatible de la realidad económica taurina con otras dos cosas, la lógica de todo concurso público (lograr ingresos públicos) y observar la particularidad de la fiesta como Patrimonio Cultural.
La cuestión está en si ‘trocear’ las gestiones según el objeto de la explotación es positivo o negativo. La realidad hasta ahora nos dice varias cosas. Una, que en Madrid se hizo un pliego de explotación ‘total’ y no sólo no ha sido posible hacerlo así, sino que ha convertido a las condiciones de explotación en una ruina. Dos, que las anteriores gestiones de La Malagueta, que tocaban varios ‘palos’, no parece que fuera solución para matizar los números negativos de lo taurino.
Estamos ante una intención de cambio en una forma de gestionar una plaza importante, pero plaza con pérdidas sustanciales. Una intención positiva que se nos antoja un paso primero hacia una reflexión que no ha de partir sólo de la propiedad. En Mundotoro hay escritos varios y continuados criticando y alarmando sobre las condiciones de explotación de ésta y otras plazas. Hemos mantenido siempre el mismo criterio: no a las concursos especulativos, no a las subastas encubiertas como la de Santander (a ver cómo les va) y al decirlo, nos ha llovido de todo. Dijimos en su día lo de Las Ventas y nos llovió de ese todo, pero claro, ahora les llueve de todo a la empresa y al toreo.
Por esta razón y siendo coherentes, lo que se filtra del pliego nos parece adecuado. Sobre todo adecuado al contexto social y político. Uno que obliga a lanzar el mensaje social de que el toreo, por sí solo, es sostenible y capaz. Que no necesitamos de un concierto para pagar a los toreros y a los toros y al revés. Y eso pasa por una gestión de bajo coste administrativo, por una generosidad arrendataria y, hay que decirlo, por una coherencia y corresponsabilidad con los honorarios de quienes torean.
Podríamos hablar de dos cuestiones más. Una, de la posibilidad de la gestión directa del coso. Un algo que, hace tiempo, nos hubiera parecido una medida negativa por anti liberal. Otra cosa de la que podemos hablar es la de la categoría de plaza de primera, algo de nuevo cuño que hizo que Málaga pasara a ser de la ‘feria del chanquete’ a la feria de primera exigencia sin caminar un solo, necesario y razonable escalón intermedio.