En fechas recientes el maestro español de la música Luis Cobos, ha interpretado una serie de conciertos a los que he tenido oportunidad de acudir en donde se mezclan las distintas partituras y ritmos de México y España, así como las diferentes expresiones musicales de ambos países que han engalanado varias de las ciudades de la república Mexicana.
Hoy me pareció que Morante emulaba al maestro de la música cuando al de regalo de la ganadería de Julio Delgado le instrumentó una faena de capa y muleta cuya melodía de oleees largos interpretados por el escaso público que acudió a la México, ha sido una sinfonía, que pena por los que se lo han perdido, si bien el torito de don Julio no tenía trapío, sí tenía dulzura en su embestida que fue cabalmente aprovechada por el de la Puebla del Río.
Así como Cobos intercala la sinfónica con el mariachi y las bandas mexicanas, José Antonio Morante ha intercalado su arte andaluz con el son y ritmo lento de Charrito, como se llamó el astado Charrito,pero de los de acá, los de a caballo, con sus suertes que emulan las faenas del rancho, lazar al ganado, los piales, las manganas, el floreo de la reata, los coleaderos, el paso de la muerte, las calas y tantas más, con el gran sombrero y la pistola al cinto. Pero estábamos en la fusión del toro mexicano y el arte sevillano, que ritmo y que arte se han escuchado en las notas muleteriles de la creación inolvidable que se ha generado en el séptimo de la tarde.
Ya casi noche, desde los lances inauditos, el quite por mandiles y la media que fue de escultura, y la faena por el lado izquierdo, se ha interpretado con matices como el temple, la largueza, la estética, y el sólido arte del andaluz, que de una vez por todas se ha presentado como le esperábamos, echándose a la bolsa con su genio al público capitalino. Luego vendrían los fallos con la espada que le privaron de un par de apéndices que parecía tener en la espuerta. Los gritos de ‘ Torero, torero‘, después de la obra acompañaron al de Puebla del Río, que después de la casi nula colaboración de sus dos primeros de la ganadería de San Mateo, ha elaborado, lo que para mí, hasta ahora, es la mejor faena de la temporada, incluso por encima de la de otro andaluz, Finito de Córdoba.
En cuanto a las voluntariosas actuaciones de los espadas nacionales, Fernando Ochoa e Ignacio Garibay, habrá que resaltar la entrega y firmeza por las que fueron muy ovacionados, sin embargo con la excepción del primero de la tarde, que lamentable encierro, por cierto, de aceptable presentación, pero con absoluta falta de bravura y sin movilidad.
Lo más destacable de Garibay fue su entrega y el anuncio que de que se ha hecho acreedor al Escapulario de Oro que se otorga al triunfador de la Feria de Lima, ( Perú), donde han participado las grandes figuras de España en lo que hasta el momento ha sido el mayor logro de su joven carrera, ya que apenas tiene un par de años de alternativa.
En fin que la sinfonía por naturales de Morante, seguramente acompañará el sueño de los afortunados que de pie le ovacionaron pidiendo su pronta reaparición en ésta plaza.