
Expulsar a un periodista, en directo, con las cámaras de tv, en el momento de ejercer su trabajo, es un acto de parafernalia pública egocéntrica y desproporcionada que inhabilita a quien ejerce su fuerza y poder para tenerla. Uno piensa qué no hará en su día a día policial este tal Billy El Niño, alias por el que se conoce a Juan José Niño, si es incapaz de solucionar algo que ni es un problema y que lo finiquita con el maltrato a un periodista como si fuera un colado o un delincuente. Este delegado, que actúa, al menos hoy, a las “órdenes” de Manuel Muñoz Infante, presidente del festejo conoce de sobra la identificación del periodista José Luis Ramón, pero le hace pasar por el acto de poder evidente y sin duda legal de hacerle tomar la filiación.
Este acto, al margen de la posibilidad de que el expulsado, un periodista con oficio y saber estar en los callejones con la experiencia de años en este mundo y en éste y otros callejones, silencioso y conocedor de la lidia, pudiera estar fuera o dentro de un burladero, es más una vendetta personal que una leal actuación policial. Es más un abuso de poder que una buena interpretación del poder, autoritarismo y no autoridad, falta de cintura. Hay, en este acto, más parafernalia de madero de chapa que buen uso de la autoridad.
En los últimos años se han televisado centenares de corridas en esta plaza. Jamás hubo un problema porque los profesionales que están entrevistando en el callejón tienen ese oficio que, a veces, le falta a la autoridad. Que se mueve más, por cierto. Jamás ha habido algo más allá de un intercambio de opiniones o de un diálogo que no se solventara de buena fe, de una parte para que la lidia no fuera entorpecida y, de la otra, para que la información llegara a todos los hogares. Nunca, menos con este personaje, empecinado en demostrar que la autoridad la tiene él. La autoridad es otra cosa y el abuso es evidente.
Este medio pide y exige que se revise un callejón en el que, de sus centenares de puestos, sólo se han habilitado doce para los fotógrafos. Este medio exige que se revise de inmediato la visa de callejones por parte de la autoridad a personajes que nada tienen que hacer en el callejón salvo dejarse ver. Que se termine con los pases de callejón usados para favorecer y hacer tráficos de influencia de mayor o menos calado. Decenas de pases de callejón de los que sólo la Comunidad de Madrid y la Autoridad hacen gala de su uso en los mejores burladeros, con público festivo que saca fotos, pide orejas, ríe y se comporta como en la mitad de la Gran Vía. Sin ir más lejos, los presidentes que no están de servicio ocupan el mejor, al lado de los matadores de toros, al pie del burladero de cuadrillas, departiendo amigablemente con el personal de oro y todos los que por allí pasan. Este medio exige esa revisión inmediata y el mejor trato y ubicación de los medios de comunicación así como el cese inmediato de esa función del citado delegado.
FOTOGRAFÍA: RUAZA