Por ahí anda Ferrera, más a su aire que nunca. Andados tantos caminos toca recorrer todos y ni ninguno conocido, sin más brújula que el toro ni más compañía que la de él mismo. Le marcó el rumbo un pedazo de toro de Justo Hernández al que toreó superior de capa, galleó, quitó y toreó luego sin ninguna cita previa. Un espectáculo de toreo y de lidia y de vida. Está este torero en un estado de gracia que se escapa de toda norma. Llenazo en Olivenza con dos faenas sutiles de Ponce, acogidas con cierta frialdad y una de El Juli de ciencia y paciencia infinita al bruto que cerró plaza. Ni una embestida tuvo el lote del madrileño. Así las cosas, la tarde fue de Ferrera. Qué como está. Pues por ahí anda. Andando caminos que ni el mismo conoce y que cuando los aprende, borra todo el rastro para andarlo de nuevo.
Antonio Ferrera cuajó al segundo de Garcigrande principio a fin. El extremeño le armó un lío con el capote al recibirlo con veinte lances desde las tablas hasta la misma boca de riesgo. Tras llevarlo al caballo galleando mirando al tendido, Ferrera quitó él mismo al toro del caballo con el capote a la espalda. Con la muleta, Antonio Ferrera estuvo redondo con un astado que fue a más hasta llegar la conjunción perfecta en varias tandas de largos y templados muletazos. Las series cada vez fueron más largas y el toro fue a más. Finalmente, el público, enfervorizado pidió el indulto para ‘Atajante’, que finalmente fue concedido. Dos orejas y rabo simbólicos.
El quinto toro fue el más deslucido, pues tuvo poca casta y movilidad. Antonio Ferrera tuvo que aguantar y tragar miradas y embestidas para conseguir en ocasiones alargar unas arrancadas desiguales y sin ritmo. El toro pidió cortas distancia y Ferrera imprimió su sello personal. Mató de una estocada caminando y paseó una oreja.
El cuarto fue un toro noble, pero al que le faltó mayor emoción y fuerza para que la actuación de Ponce calara en los tendidos. El diestro valenciano fue a poco a poco armando una faena que en los primeros compases se basó en afianzar la embestida del astado. A media altura, con la figura vertical y acompañando al toro de Garcigrande, Ponce dejó pasajes con un toreo de gran ritmo y belleza. Estocada. Oreja.
Abrió plaza un toro bien presentado de Domingo Hernández que demostró su clase desde el inicio de faena. Enrique Ponce consiguió cogerle el pulso a la embestida desde el capote, pero dos ‘volantines’ mermaron la fuerza del astado, que quiso siempre más que pudo. Ponce cogió la velocidad de la embestida y a media altura consiguió prolongar y llevar la embestida muy embebida en la muleta. Faena de gran técnica y acople, pero que no caló en los tendidos por la condición del toro. Estocada caída y ovación tras aviso.
El tercer toro de Garcigrande se partió una pata en el tercio de banderillas y fue devuelto. En su lugar, salió un toro muy deslucido y que marcó siempre mucha querencia. El Juli le planteó una faena en la que consintió mucho a un astado que no estaba sobrado de fuerza y al final del muletazo pegaba un tornillazo. Faena muy técnica del madrileño que consiguió que el toro no enganchara la muleta. El toro se vino a menos y El Juli tuvo que irse a por la espada. Estocada. Ovación.
Cerró plaza un toro muy bruto, que acometió en oleadas e hizo amagos de rajarse. Muy deslucido. El Juli intentó dar siempre todas las ventajas al toro, pero cuando empezó a hilvanarlo en la muleta, el astado re rajó y se paró sin permitir ningún lucimiento a El Juli. Estocada. Palmas.