En tarde entoldada pero apacible y con tres cuartos de entrada, se lidió un lote manso y complicado, con excepción del tercero, del hierro nacional de San Pedro, apenas picado, que terminó rajado echando por tierra la expectativa del publico.
Luis Vilches inició su actuación con el primero de la tarde lanceando por verónicas con reposo y buenas maneras para rematar la serie con dos medias preciosas. El novillo muy justo de fuerzas, que fue la tónica general de la corrida, fue apenas picado, sin embargo luego de tres tandas con la mano izquierda y una con la derecha en las que Vilches toreó con gusto, reposo y gracia, se rajó obligando al diestro a tomar la tizona con la que pinchó hondo para luego intentar el descabello hasta en siete ocasiones. Con el que hizo cuarto apenas pudo lucir su estilo con el percal. El novillo luego de un remedo de puyazo y de dos series meritorias con la mano izquierda, en las que no termina de humillar, se descompone definitivamente buscando tablas. La faena viene a menos y Vilches requiere de una estocada casi entera y dos pichazos antes de ver doblar a su oponente.
De Aníbal Vázquez, novillero nacional, poco se puede decir. Con el complicado segundo no se acopla al recibir y se ve desbordado en la muleta. Con el cuarto, huidizo y distraído de salida, se limita a perseguirlo intentando vanamente sujetarlo en los medios para luego pasaportarlo con fatigas como le había ocurrido con el anterior de su lote.
Rafael de Julia tuvo al frente al lote más contrastado de la tarde. Al tercero, el único que tuvo recorrido y de mejor condición que sus hermanos, lo recibió lanceando lucido por verónicas para luego conducirlo al caballo con apretadas chicuelinas. Se luce nuevamente en un quite por navarras. Con la muleta, su trasteo basado en la mano derecha muestra a un novillero por encima de su oponente. Adelanta la mano y conduce al de San Pedro en series de largos y ligados muletazos que cierra con estupendos pases de pecho. Una serie con la izquierda. Le sale enganchado para cerrar luego por bernadinas. Una estocada casi entera volcándose es suficiente. Ante el sexto, luego de recibirlo con dos largas cambiadas de rodillas y lancearlo a pies juntos, con el público entregado, nada puede hacer con la muleta.
El novillo, no bien iniciado el último tercio, se echa a de Julia a los lomos desarrollando sentido. Sin un pase posible de Julia insiste pero es inútil. Se vuelca en la estocada y el público lo obliga a dar la vuelta al ruedo.