Cuatro orejas, que pudieron ser más, se cortaron en la novillada celebrada en el Palacio de Vistalegre de Madrid. Y digo que pudieron ser más porque el público estaba más generoso que nunca, animando constantemente a los tres jóvenes espadas que hicieron el paseíllo que, bien es cierto, derrocharon voluntad e intentaron responder en el ruedo a la buena actitud del respetable.
Enfrente tuvieron a una novillada encastada -con la excepción del segundo que manseó- de Caridad Cobaleda que, si bien en algunos momentos puso en apuros a los novilleros, les permitió desarrollar bastantes cosas. ¡Qué gusto que los ganaderos puedan elegir y mandar a las plazas ejemplares en tipo y con hechuras de embestir! Me parece que no es casualidad que embistan tanto los novillos en esta plaza, por algo será.
Lo mejor de la mañana corrió a cargo de Raúl Cano (en la imagen), que consiguió los momentos más lucidos ante el que hizo cuarto, el más astifino del encierro. Realizó un trasteo reposado, comenzando con ambas rodillas en tierra, para después lograr algunos muletazos buenos principalmente al natural. La faena tuvo variedad y las series se cerraron con excelentes pases de pecho. Lo mató de un gran volapié, pero el novillo tardó en caer y sonó un aviso. Antes, se le vio algo nervioso en el ejemplar que abrió plaza, un novillo que tuvo codicia y movilidad, con el que estuvo digno.
Los hermanos José y Jesús de Natalia venían dispuestos a dar espectáculo y lo dieron. Ambos se encuentran en el ruedo como si estuvieran en el patio de su casa y se les ve sobrados de valor. Compartieron el tercio de quites y el de banderillas en tres de su novillos y la variedad, frescura y alegría que aportaron gustaron mucho al público asistente.
José se enfrentó al segundo, que manseó claramente. Toreó con las manos bajas a la verónica y con la muleta estuvo bullidor, sin reparo en derrochar alardes y desplantes. Mató con prontitud y paseó una oreja. También se le pidió un trofeo en el quinto y el presidente se ganó una bronca por no concederlo. Éste fue el ejemplar con más cuajo de la mañana y embistió más templado que sus hermanos de camada. Lo banderilleó con acierto por el pitón derecho y lo brindó a uno de los empresarios de la plaza, Arturo Beltrán. Su faena de muleta también gozó de mayor reposo que la anterior y tampoco faltaron los alardes de valor. Salió trompicado en las dos ocasiones que tuvo que entrar a matar y dio la vuelta al ruedo.
Jesús de Natalia tuvo delante a uno de los mejores novillos de la mañana, el tercero. Después de un tercio de banderillas compartido, tan espectacular como una collera de toreo a caballo, inició el trasteo por bajo y se equivocó al no darle distancia al animal, que tomaba la muleta con calidad cuando se le citaba de largo. Después de varias series de muletazos, el novillo se fue a tablas y allí entró a matar, colocando una estocada entera de buena ejecución y colocación. El sexto manseó en el tercio de varas y fue el más complicado de la mañana. Miró mucho al torero y se quedó debajo en la muleta, por lo que el diestro sufrió varios desarmes. Jesús optó por abreviar y tampoco pudo lograr la salida en hombros.
Los que sí salieron por la puerta grande al finalizar el festejo fueron Raúl Cano y el mayoral de la ganadería.
FOTOGRAFÍA: RAQUEL SOPEÑA