Eulalio López “Zotoluco” volvió a conseguir un triunfo en la Plaza México, pero más allá de las dos orejas que cortó está el haber cambiado el panorama frío y hasta un poco áspero que había contra de él desde que hizo el paseíllo.
Fue muy notorio, por ejemplo que al maestro Jorge Gutiérrez, quien por cierto ayer inició su campaña de despedida de los ruedos, lo recibieran como siempre cariñosamente y lo hicieran salir al tercio.
Cuando quiso invitar a hacer lo propio a “Zotoluco”, éste se quedó en el callejón inmediatamente después de que escuchó algunos silbidos, que parecieron dirigidos en un momento y más aún cuando fueron callados por el grito de ¡torero, torero! con el que el público despidió a Eulalio.
La faena que le valió las dos orejas, a su segundo, fue una muy bonita de inspiración y temple a un noble y obediente toro de Montecristo, que como cinco de los seis lidiados, tuvo clase. La faena tuvo el gran mérito de que “ Zotoluco” le dio todas las ventajas al animal que se fue a las tablas y quiso, pero no lo dejó el torero, evitar la pelea. Lo mató muy bien y el juez Jorge Ramos le concedió las dos orejas.
Sin embargo su faena al segundo de la tarde fue muy importante, porque el toro tuvo bravura, codicia y había que aguantarle sus embestidas a veces bruscas. Eulalio emocionó al público con un toreo serio, reposado y de buen gusto.
A este lo pinchó y le perdió cuando menos una oreja. Eulaliodejó así allanado el camino para su regreso el domingo próximo, en un hecho que sólo puede lograr es que está considerado como la primera figura mexicana.
La capacidad de asombro no se agota con Jorge Gutiérrez. Ayer que inició su campaña de despedida mostró que se va como se toman los mejores vinos, con una madurez exquisita, lleno de reposo y haciendo las faenas que él se entiende con el toro y como se gusta a sí mismo, le gusta al público.
Haber pinchado a su primero y que le haya correspondido el único toro realmente malo del encierro de Montecristo, de donde salió “Troyano” que indultó “El Juli” el pasado 5 de febrero, le privaron al triunfo, pero no de ver a un torero quien sin prisas busca irse del toreo porque dice estar en la madurez de su carrera.
Y no se equivoca, aunque hay Jorge para rato.
Lo de José María Luévano fue producto de la falta de torear. El triunfador máximo de la Plaza México hace dos temporadas dejó ir un buen toro al que toreó bien, pero deshilvanado y por ello la faena no cuajó.
Con su segundo estuvo tesonero y valiente, aunque todo quedó en una ovación de parte del público.