Resulta que una Tauromaquia ‘menor’, la portuguesa, ha tenido la mejor respuesta frente a la Covid19 y sus restricciones. Un país que no ha logrado ningún tipo de subvención. Que no tiene un ingreso ‘extra’ en concepto de televisión, ha celebrado 15 festejos en el mes de septiembre, frente a los 17 que se han celebrado en España. Aquí, si descontamos los que se dan porque hay televisión que los sustenta o porque son fruto de las ultimas subvencioneops de las comunidades, habríamos dado apenas 10 festejos.
Desde abril, todas las plazas importantes de Portugal han abierto sus puertas. Han tenido a favor una normativa sanitaria más ‘estable’ y con posibilidad de un mejor aforo, pero siempre rondando la mitad del mismo. Pero, sobre todo, han tenido a favor la ‘agilidad’ y ‘flexibilidad‘ para armar un festejo en cuanto la normativa permitió este u otro aforo. En una semana estaba organizado y celebrado.
Y, sobre todo y por encima de todo, en Portugal los costes de producción son muy inferiores a los de España. Contando con una masa profesional grande, esta ‘tauromaquia menor’, vista de este lado español, tiene un presente reducido, pero afronta el futuro sin la necesidad vital de reconstruirse ciento por ciento. ¿Por qué? Porque parten de costes bajos en toros y en toreros, en piso plaza y en todo lo que conlleva dar un festejo. Es una Tauromaquia más asequible para todos los bolsillos. Una economía acorde con su realidad.
‘Aquí realidad y economía no hacen collera; a España le toca, si quiere llegar a recuperarse y recobrar un buen nivel de mercado, hacer un enorme trabajo sobre los costes de cada festejo’
Está claro que aquí realidad y economía no hacen collera. A España le toca, si quiere llegar a recuperarse y recobrar un buen nivel de mercado, hacer un enorme trabajo sobre los costes de cada festejo. El actual modelo, ‘que muchos ganen poco para que pocos ganen mucho’ (frase del empresario de ANOET Martínez Erice) no sirve para tiempos de reconstrucción. El flujo del dinero que lleguen de los ingresos ha de correr a muchas manos si queremos no perder pueblos y ciudades en los próximos años.
Lo importante no es cuánto y cómo, sino cuántos y dónde. Se necesita un ‘mapa‘ grande de poblaciones con toros, no perder ciudad o pueblo (ya hemos perdido más de 400 poblaciones en diez años). Si esta tendencia a la pérdida de poblaciones con festejos mayores antes de la covid-19 era de cuarenta localidades al año, el agravante de esta situación puede hacer un daño absolutamente irreparable. No se trata de ‘hacer números para una plaza’ y decidir si en ella se pueden dar toros. Se trata de ‘hacer números’ estructurales, no coyunturales.
Tenemos un largo invierno para poner solución y trabajar en cada pueblo y ciudad de cara al año que viene. Y para dar toros los próximos años la reconstrucción es, inevitablemente llegar a un acuerdo histórico de los costes productivos.