La Feria del Corpus de Granada se ha inaugurado hoy con la salida a hombros del novillero de la tierra José Antonio Cejudo ‘El Güejareño’. Una Puerta Grande que ha premiado las ganas y entrega del granadino pero que, ante todo, ha servido para compensar el especial calvario de percances y contratiempos que ha sufrido en los últimos meses. El último de ellos, una rotura del escafoides de la mano izquierda, el pasado 6 de mayo -él que es un torero zurdo- por la que ha tenido que salir al ruedo con una férula. El público, consciente de ello, lo ha arropado toda la tarde y le ha concedido las dos orejas. Más redonda ha sido su actuación en el quinto, el mejor toro de la tarde por su fijeza y nobleza, al que recibió a portagayola, lanceó con fibra, quitó por gaoneras y protagonizó algunos pasajes con la franela que tuvieron cierto asiento. Con el otro atropelló la razón en más de una ocasión y no terminó de cogerle el aire. Ha debutado hoy en la Monumental de Frascuelo, poco placeado y eso se le ha notado.
Salvo el mencionado quinto y también el sexto que tuvo casta, el encierro enviado por Manolo González y González Sánchez Dalp no lo puso especialmente fácil a los espadas debido a su mansedumbre. El peor parado en el sorteo fue Jorge Ibáñez. De ahí que frente a la deslucida y descompuesta embestida de sus oponentes hiciera lo único que se puede pedir, quedarse quieto y oponer ganas.
José María Manzanares dejó constancia de su indudable clase con el que cerró plaza, al que lanceó con galanura y dibujó algunos muletazos que tuvieron sabor. Con el otro, que desarrolló sentido y le puso en aprietos en más de una ocasión, se mostró firme y valiente.
Otra nota destacada, y no menos relevante, fue la plaga de mosquitos que inundó los tendidos y molestó al respetable toda la tarde.