Disfrutamos mucho de esta corrida de toros. Especialmente en los entreactos, por favor la cerveza. Anda si es Jhavié, el del despacho, uhhh, gordo está. Más está ella. Operada. Sí. Me lo contó Luis. El que Luis. El que la operó. Viva el secreto profesional. No, que lo bueno de que te pongan y que te quiten, es, además de hacerlo, que lo cuenten: síntoma de estar en el taco. Los entreactos en Madrid son para los vestidos, ponte de pie, que se vea que de crisis nada. Y para beber el calor y ayudar a la empresa con los porcientos de las cocaolas. Qué sería de los toros estas tardes sin los entreactos de ponerse de pie con el teléfono en la mano y el dedo con gingivitis de tanto esemeese. De los entreactos nos sacó un torero que dicen los que saben que es muy malo, Fandi. Qué malo es, dicen los que dicen que saben. Pues menos mal que estuvo el malo. Porque el malo estuvo más bien que la mar. Porque con la corrida embistiendo, sin los entreactos y Fandila, la tarde era para hacer recuento de botox.
A la corrida de La Palmosillala palmaron en los corrales. La diezmaron. Dos sin pasar en ese laberinto de criterios en estado de embriaguez que es esta plaza, luego de haberse aprobado un manojo de toros chicos chiquitos tardes anteriores. Sin ir más lejos, el primero de la corrida, remiendo de Torrealta, se tapó por la pinta, que no era flor de gamón sino jabonero salpicado y punto. Sacó movilidad de genio, como clase buena el segundo, alto y zancudo, del mismo hierro. De los titulares, dispares de caja, sacó raza el tercero, exigente. El cuarto pidió tocar las teclas en los terceros pases, pero fue buen toro, el quinto, el más alto, peso y caja y de peor tipo, bravo, gastado en el peto y noble. El sexto regresó a los corrales sin haber doblado manos ni una vez. Yo creo que amagó un parkinson el usía, que puso cara de yo no he sido. El sobrero de Moisés Frailefue claro y bueno en la muleta. Fandi, al tercio en los dos. Qué malo es.
En ese desencuentro que a veces se produce entre el hombre inteligente y el animal no inteligente, la tarde se agarró al malo. El malo, con fama bien ganada de formar un lío en banderillas salido de la escuela de la nieve, estuvo mejor con el capote y la muleta. Y soberbio de madurez mental. Porque en esta plaza, además de los públicos de los entreactos, están los que siempre están en los entreactos, los que no paran de chillar ni de abroncar ni de protestar, los que nada les viene bien, que, qué coincidencia, coinciden en número y grito con los que dicen que Fandi es malo. Pues el malo pasó de ellos, se les subió a las barbas, se aplomó resuelto u suelto, pasó de todos menos de la corrida, mientras Rafaelillo navegó discreto y Tejelase difuminaba. En los dos toros el de Granada fue fiel a lo que sabe hacer. A ver si ahora resulta que no es tan malo.
De manos altas y alto de agujas, el segundo toro se quiso quitar el palo en el caballo. Lo trató bien Fandicon un capote suelto de manos, con soltura en el galleo al ponerlo en suerte y en un quite limpio y la distancia correcta por chicuelinas. En esos tercios el toro apuntó cierta tendencia a quedarse en los adentros y por eso el tercio de banderillas fue con dos pares saliendo el toro desde las tablas, uno al sesgo y otro al violín. Tuvo calidad el toro, pero no se le podía atacar, sino tomarle el pulso: de menos a más, con la derecha y luego con la izquierda, El Fandilo enganchó suave, tiró de él, dejó abrirse los vuelos de la muleta siempre, a veces de dos muletazos, dando pausas al toro, que respirara. Lo mató de estocada y la petición no fue suficiente.
Esta forma de limpiarse la caspa de los complejos la aplicó con el quinto, un toro alto, de mucha caja y peso, al que recogió primer paciente con el capote, ni un enganchón, para lancearlo luego suave, bien. Se enceló mucho en el peto en el primer puyazo porque ya se sabe que el bravo tiene todas las de perder por su entrega y enseñó siempre su buen tranco. Fácil con los palos en la moviola, el recorte y el de por los adentros y más fácil aún, templado y asentando, dando los tiempos y las pausas necesarias a un toro que, de tener más fuerza, habría sido el de la corrida.
El de mayor exigencia fue el tercero. Pesó más cerrado, en donde Tejela le plantó una faena destemplada y sin acople. Era toro de irse a los medios y de enganchar pues todo lo quiso por abajo y afuera. Las prisas son buenas. El sobrero de Moisés Frailefue toro muy claro en la muleta y Tejela eligió el mismo terreno. Exigió menos, fue más fácil y la faena se vio así, de muletazos y tandas fáciles, que no debe de serlo, pero que lo parecieron. Nunca caló el toreo en los tendidos de los entreactos ni en el de los no entreactos. A uno lo mató en el sótano y al otro reiterando. Ese fue el lote. El primero de Rafaelillofue de público pues su movilidad fue pura inercia para sacar su genio, aunque el torero tampoco fue dulce en los cites. El cuarto, toro grande, se le vino claro en los primeros y segundos pases, pero siempre se quedó embrocado en los terceros sin buscar la tecla al conflicto, perder pasos, sacarlo más afuera, abrirlo más en el segundo…Es decir, que lo mejor de la corrida han sido los entreactos que hubo, esperando a El Fandi. En Madrid. Sí.
Plaza de toros de Las Ventas. Cuarto de la Feria del Aniversario. Tres cuartos de plaza. Tres toros de La Palmosilla, dos de Torrealta (1º y 2º) y un sobrero (6º) de Moisés Fraile, de distintas hechuras y comportamiento. Sobresalió el lote de Tejela. Fue bueno el segundo, bravo y noble de poca fuerza el quinto. Con posibilidades el cuarto. Rafael Rubio Rafaelillo, silencio en ambos; El Fandi, ovación tras petición y ovación tras aviso; Matías Tejela, silencio y silencio.
